24 de marzo: Susan Stebbing (Margarita Santana)






Susan Stebbing (1885-1943)


Margarita Santana*



Mi pasión por la filosofía se remonta a la adolescencia, y por la filosofía de la ciencia y la filosofía analítica, en concreto, a mi tercer año de licenciatura, cuando Jesús Sánchez, al que siempre consideraré mi maestro, impartía esa materia. Recuerdo perfectamente sus clases –aún conservo esos apuntes– y lo fascinante que me resultó estudiar el positivismo lógico y la filosofía analítica –tarea en la que profundicé más de la mano de Manuel Liz–, aunque, evidentemente, no solo nos quedamos ahí: Popper, Kuhn, Feyerabend, la sociología del conocimiento científico, etc. Leíamos textos de Carnap, Schlick, Neurath, Hempel, Russell, Wittgenstein, Ayer, Ryle… Todavía hoy, lanzando una mirada retrospectiva y sin perder de vista todos los cambios que se han producido en estas disciplinas, me sigue pareciendo un proyecto, ese que se inició en los años 30, asombroso y cautivador. Serán cosas de la nostalgia.

Pero hay una cuestión que quiero plantear: así como en los últimos años se han publicado trabajos que han puesto de manifiesto que dicho proyecto no solo fue filosófico sino también político, no me había planteado nunca, ni había leído nada al respecto, sobre la existencia, presencia, obras o relevancia de ninguna filósofa en este movimiento. Y ha sido gracias a la iniciativa de "El mes de las filósofas" –gracias, Marga Vázquez– que he descubierto a una, y muy notable: Susan Stebbing. Filósofa de encrucijada, lanzadora de puentes, pero también crítica y de ideas propias. Precursora y referente de líneas de investigación posteriores a su obra.

Filósofa británica (1885-1943), perteneció a la generación de la filosofía analítica de la década de los 30, a la que hizo contribuciones importantes, tanto en lo referente a su institucionalización –fue una impulsora tenaz de lo que luego se conocería como la Escuela de Análisis de Cambridge–, como en su intento de mostrar que las ideas y técnicas de la tradición analítica podían ser aplicadas a distintos dominios o áreas de conocimiento. Por ejemplo, defendió, y sobre esto volveremos posteriormente, la relevancia de la lógica para las cuestiones y problemas cotidianos. La importancia del lenguaje, de su uso y mal uso, para el pensamiento y el razonamiento.

Fundadora de la revista Analysis en 1933, fue la primera mujer en tener una cátedra de filosofía en el Reino Unido. Su interés por esta materia, aunque su formación inicial estuvo relacionada con la historia y las ciencias morales, surge de la lectura de Apariencia y realidad, de F.H. Bradley. A partir de ese momento se dedicará exclusivamente a la filosofía. Desde 1931 a 1932 fue presidenta de la Main Association, y de la Aristotelian Society desde el 33 al 34. Discípula de W. Ernest Johnson (filósofo, lógico, y economista), la mayor influencia sobre su trabajo la ejerció, al menos inicialmente, G.H. Moore (ella misma dice que fue él quien la “convirtió” a la filosofía analítica después de conocerlo en una conferencia que impartía en la Sociedad Aristotélica en 1917, conferencia que él no dudó en desentrañar y destrozar, lo que no impidió que su amistad durara hasta la muerte de la filósofa). 

Su primera obra, A Modern Introduction to Logic (1930), no Una introducción a la lógica moderna, es para algunos el primer libro de texto de filosofía analítica. ¿Y por qué el primer título y no el segundo? Pues porque lo que hace en esta obra es presentar los desarrollos en la lógica a partir y a través de la lógica aristotélica; esto es, parte de la explicación de la silogística hasta llegar a la, entonces, nueva lógica matemática asociada de modo particular a los Principia Mathematica de Russell y Whitehead. En dicha obra trata las nociones de nombres y descripciones, forma lógica, inferencia e implicación, así como la teoría de las descripciones de Russell; también conceptos como el de proposición, inducción y causalidad.  Nociones y conceptos que, a su juicio, nos ayudan a entender el pensamiento lógico y la teoría lógica. En este sentido cabe plantear cuál es la concepción de la lógica de Stebbing, sobre todo porque nos ayudará a entender la trayectoria de su pensamiento. Para ella el pensamiento lógico es pensamiento “dirigido” cuyo objetivo consiste en responder a una pregunta o en resolver un problema, por lo que incluye “razonamiento”: identificar y articular las premisas mediante las cuales, a través de una argumentación válida, llegamos a conclusiones relevantes. Así, el razonamiento tiene lugar de acuerdo con ciertas reglas, hace explícitas formas de inferencia. La lógica, por tanto, no es un arte sino una ciencia: la ciencia de las formas posibles. Y en la medida en que las formas lógicas que la ciencia de la lógica descubre son “normas” de pensamiento, la lógica puede describirse como una ciencia normativa, sin que la normatividad sea su característica definitoria. Simplemente que aquello que descubrimos en la lógica son las normas.

En 1934 publica Logic in Practice, la obra que supone un punto de inflexión o un cambio en el desarrollo de su trabajo. Sigue manteniendo la concepción de la lógica que acabamos de exponer, pero su interés recae ahora en el arte del pensamiento y, en concreto, en ayudar a las personas a razonar correctamente, lo que supone subrayar la importancia de prestar atención al lenguaje, que es el instrumento de nuestro pensamiento aunque sea imperfecto. Dice la filósofa en el prefacio:

“The study of logic does not in itself suffice to enable us to reason correctly, still less to think clearly where our passionate beliefs are concerned. Thinking is an activity of the whole personality. Given, however, a desire to be reasonable, then a knowledge of the conditions to which all sound thinking must conform will enable us to avoid certain mistakes into which we are prone to fall. There is such a thing as a habit of sound reasoning. This habit may be acquired by consciously attending to the logical principles of sound reasoning, in order to apply them to test the soundness of particular arguments.”

El auditorio al que se dirige es más amplio, menos restringido al contexto exclusivamente filosófico o académico. Ello obedecía a su creencia en que las estructuras y los principios de la lógica formal no tenían que concebirse como sistemas aislados y cerrados, sino que se podían aplicar de manera provechosa a los temas y problemas de la vida moderna. Con la finalidad de mostrar la viabilidad de esta propuesta recurrió al análisis de textos –discursos políticos y artículos periodísticos- para mostrar ejemplos de argumentos confusos y de descripciones sesgadas o tendenciosas. Volveremos sobre esto posteriormente, cuando hablemos de su compromiso político y su pensamiento crítico. Pero antes de eso me gustaría exponer otra faceta olvidada, una más, de su actividad académica y filosófica. 

Por razones de espacio no puedo entrar en sus aportaciones específicas a la concepción del análisis de la Escuela de Cambridge, pero basta con señalar que en 1932 presentó un artículo en la Sociedad Aristotélica titulado “El método de análisis en metafísica”. La faceta a la que acabo de referirme es la relativa al papel importante que jugó en la introducción del Positivismo Lógico en Gran Bretaña. Conoció a Schlick en Oxford en 1930, quien volvió a Inglaterra en 1932 para impartir una conferencia en el King´s College de Londres. En 1934 invitó a Carnap a dar una serie de tres conferencias en Londres, donde lo puso en contacto con Russell y A.J. Ayer. Asimismo, formó parte del comité organizador  del Congreso Internacional para la Unidad de la Ciencia, celebrado en Cambridge en 1938. ¿Cuál fue su relación y su posición respecto al proyecto positivista?

A Stebbing le atraía del mismo su respeto por la ciencia y, sobre todo, el valor que le concedía a la lógica, pero  rechazó la crítica del Positivismo a la metafísica. Empirismo lógico sí, pero no Positivismo lógico, aunque se utilizaran en general como denominaciones intercambiables. Se podría interpretar el artículo al que hice mención anteriormente como una defensa de la concepción del análisis metafísico de la Escuela de Cambridge frente a la crítica lógica de los positivistas a la metafísica. En cualquier caso, en 1933 presenta un texto en la Academia Británica, “Logical Positivism and Analysis”, en el que se posiciona claramente, planteando sus objeciones al respecto. Critica el planteamiento de Wittgenstein en el Tractatus –tal como lo interpretó el Círculo de Viena-, y en especial a Carnap y Schlick. Por razones de espacio, nuevamente, no podemos entrar a analizar esta polémica en su totalidad, sobre todo en lo que se refiere a lo que la filósofa denomina “directional analysis”, que sería el defendido por ella, frente al tipo de análisis que le atribuye a los positivistas, el “postulational analysis”, utilizado para la construcción de sistemas deductivos. Pero creo que podemos exponer sus ideas principales al respecto: Stebbing considera que  los positivistas anteponen “la búsqueda de significado” a la determinación del valor de verdad de las proposiciones, cuando en realidad lo que hacemos es empezar con proposiciones que entendemos, al menos en cierto sentido, y respecto a las cuales podemos saber que son verdaderas, de tal forma que al buscar un análisis de dichas proposiciones el objetivo es aclarar esa comprensión identificando aquellos hechos que las hacen verdaderas o falsas. Al final del texto sintetiza su posición respecto al enfoque lingüístico de Wittgenstein y los positivistas lógicos:

“What we ordinarily say, we say unclearly. We speak unclearly because we think unclearly. It is the task of philosophy to render our thoughts clear. … We cannot clarify our thoughts by thinking about thinking, nor by thinking about logic. We have to think about what we were thinking about. The philosopher considers a given expression, and analyses it in order to find another expression which says more clearly what the original expression said less clearly. This investigation is not linguistic. We must first know what facts are the case before we can fruitfully employ analysis for the purpose of clarifying our thoughts about the world. Accordingly, Logical Positivism fails, I think, in so far as it attempts to start from a priori assumptions with regard to the nature of language and the principles of symbolism, and, by means of these, to draw limits with regard to what we can think. Their mistake is that they seek to make everything clear at once. But it is not in this way that philosophy can develop. We must proceed step by step, beginning with propositions which we know to be true, not ruling out initially what does not fit in.”

En cualquier caso, al intentar clarificar los dos tipos de análisis mencionados, aunque criticara el de los positivistas, ayudó a limar los temas en disputa entre la Escuela de Cambridge y el Positivismo Lógico, así como a establecer un diálogo entre ellas y a fomentar el intercambio crítico entre las dos ramas de la filosofía analítica: la del lenguaje ordinario y la del lenguaje ideal.

Philosophy and the Phisicists (1937) aborda de alguna manera esta cuestión. En esta obra el interés de Stebbing se centra en el lenguaje que usan los científicos para explicar sus ideas, en concreto en aquellos que las presentan de un modo más entretenido y aceptable para una audiencia popular. Le preocupa que el uso impreciso o sensacionalista del lenguaje oscurezca la naturaleza de los avances científicos y, lo que es aún peor, que fomente inferencias injustificadas que den lugar a creencias igualmente injustificadas. Para la filósofa el lenguaje ordinario es perfectamente exacto y adecuado para describir la experiencia ordinaria, pero no para la ciencia, porque ello posibilita la manipulación de la comprensión de los lectores y lectoras de las consecuencias potenciales de los descubrimientos científicos recientes para nuestra comprensión de otras áreas de la experiencia humana, incluyendo la experiencia espiritual. En síntesis, esta obra aspira a proteger a sus lectoras y lectores del uso impreciso y erróneo o equívoco del lenguaje por parte de los científicos.

En Thinking to Some Purpose (1939) profundiza en esta cuestión sobre el uso del lenguaje, pero ahora no en el contexto de la ciencia sino en el contexto político. En ambas obras, dirigidas a un público más general, la autora tiene como objetivo mostrar la relevancia que tiene el trabajo lógico y analítico para el pensamiento cotidiano y para el debate político y social. Escrito antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, responde a su convicción de que la ciudadanía debe estar preparada para relacionarse con el tipo de retórica del que va a ser objeto: 

“The citizens must be able to think relevantly, that is, to think to some purpose. Thus to think is difficult. Accordingly, it is not surprising, however saddening it may be, that many of our statesmen do not trust the citizens to think, but rely instead upon the arts of persuasion.”

La ciudadanía debe aplicar herramientas críticas para poder identificar aquellos usos del lenguaje que introducen supuestos en lugar de enunciados directos y explícitos. Para ello Stebbing analiza cómo usan el lenguaje aquellos que tratan de persuadir a otras y otros para que sigan un curso de acción determinado: los periodistas y, sobre todo, los políticos.

Podemos afirmar, finalmente, que nuestra filósofa combinó su compromiso con la lógica formal con la creencia en la importancia del análisis práctico de textos cotidianos y comunes, subrayando la necesidad del compromiso público de las y los filósofos. Para ella no había discrepancia alguna entre el rigor del argumento lógico y la exigencia de resolver problemas prácticos, al tiempo que subrayaba la necesidad de un uso claro y transparente del lenguaje. 

He intentado resumir la trayectoria intelectual de una filósofa que, a mi juicio, y teniendo en cuenta lo expuesto, es de una enorme relevancia en el terreno de la filosofía analítica y precursora de muchas líneas de investigación o disciplinas que surgirán posteriormente a partir de sus obras. Pero tengo que añadir un dato muy importante y llamativo: el reconocimiento de su significación filosófica se produce en el año ¡2013!, cuando se publica el primer libro sobre su vida, su obra y su pensamiento. El último, en 2017, año en el que la Enciclopedia de Filosofía de Stanford le dedica una entrada.
No creo que haga falta añadir nada más, excepto que hay que reivindicarla y que leerla.








Margarita Santana es profesora de lógica y filosofía de la Ciencia en la Universidad de La Laguna.



Ilustración de Elena Gutiérrez Roecker

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