Alicia Gianella (Introducción a la Epistemología y Metodología de la Ciencia)



Terminamos nuestro mes de las filósofas argentinas con dos reseñas del capítulo primero del libro de Alicia Gianella: Introducción a la Epistemología y Metodología de la Ciencia (1995). 

En este proyecto queríamos propiciar la participación del alumnado de todos los cursos de Filosofía. Conscientes de que la participación es más difícil cuanto menos conocimiento de temas filosóficos se tiene, propusimos al alumnado de primero que hicieran la reseña como una actividad voluntaria de una asignatura. También parecía buena idea que la hicieran en grupo. Dijimos que la mejor reseña se publicaría. Participaron veintitrés estudiantes con diez reseñas. Finalmente, fueron elegidas dos porque la selección fue difícil, el nivel era muy alto.

Primera reseña

Gianella, A. (1995). Introducción a la Epistemología y Metodología de la Ciencia. La Plata, Argentina: REUN.

Por Andrea Martín Quintero y Joel Vera Fernández *


Alicia Gianella, autora del libro cuyo primer capítulo nos proponemos comentar, es doctora en Filosofía y profesora de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es directora de proyectos de investigación en distintas universidades argentinas, siendo sus principales campos la lógica y la metodología de la ciencia, además ha trabajado en otros proyectos como la teoría del género.

En este capítulo Alicia Gianella se propone introducirnos al conocimiento científico y para ello divide el capítulo en varios fragmentos, el primero lo dedica a la explicación de la epistemología —en ocasiones más ligada al conocimiento científico— y la gnoseología—disciplina filosófica más general, relativa al conocimiento—, ramas de la filosofía que estudian los principios y los métodos por los que conocemos, así como sus límites. Dirige el foco de atención hacia la epistemología (“ciencia de la ciencia / disciplina metateórica”), basado en su mayor proximidad histórica con el conocimiento científico.

En esta reseña nos acercaremos a la clasificación que realiza Gianella sobre el conocimiento. Su trabajo en esta obra es definir y analizar el conocimiento científico, sin embargo, en este apartado se acerca a otras formas de conocimiento como lo son el conocimiento tecnológico o el filosófico.

Primeramente, aborda el conocimiento natural, aquél que adquiere el ser humano de forma espontánea e informal y es imprescindible para la vida humana. Es la base que nos permite adquirir nuevos conocimientos, se obtiene por la disposición biológica y cultural. Muchas veces estos conocimientos derivan en un impedimento del conocimiento científico. Aquellos prejuicios que obstaculizan las nuevas ideas son propuestos por Francis Bacon, quien los define y denomina como ídolos, realizando una clasificación de ellos.

A continuación la autora trata el conocimiento científico, al que le ha dedicado ya varias páginas antes de esta explicación. Propone que lo que caracteriza a la ciencia es la búsqueda de la verdad, debiendo de lograr un conocimiento racional y crítico caracterizado por la sistematicidad, la precisión, la generalidad (o universalidad) y la metodicidad. Los intentos por clasificar la ciencia han sido varios —ciencias de la naturaleza y el espíritu; ciencias diferenciadas por criterios metodológicos: experimental o no, deductiva o inductiva—, no obstante, la autora se decanta por la taxonomía más destacada, la distinción entre ciencias formales (lógica y matemática) y ciencias fácticas (naturales y sociales): Por una parte, las ciencias formales no son empíricas debido a que no hacen referencia a ningún dominio específico de la realidad, sus enunciados son, pues, de tipo analítico y, por lo tanto, necesarios. Por otra parte, las ciencias fácticas sí son empíricas y por lo tanto sus enunciados son por lo general de tipo sintético, se caracterizan por estudiar ciertos fenómenos de la realidad.

El conocimiento técnico-tecnológico se define con la técnica, una disciplina que engloba a las destrezas que pretenden actuar sobre la realidad de forma práctica (agricultura, alfarería, ...), la tecnología es aquella rama de la técnica que adopta la metodología científica, las tecnologías previenen, modifican o controlan los hechos o crean productos. El conocimiento tecnológico ha crecido de forma exponencial las últimas décadas, siempre de la mano del conocimiento científico (navegación, producción textil...); ambos tipos de conocimiento se apoyan, pues la tecnología también aporta a la ciencia proporcionando nuevas herramientas para la exploración científica.

Por último, la autora define el conocimiento filosófico como un saber que pretende ser general y que genera conocimientos de ‘segundo nivel’ o metateóricos, pero que también pueden ser teóricos, como la ética y la metafísica. Argumenta que es difícil de definir, sin embargo, lo intenta brevemente, definiéndolo como un saber que pretende ser general. Estos conocimientos suelen ser de “segundo nivel” o metateóricos; pero también pueden ser de tipo teórico, como la ética o la metafísica. Son muchas disciplinas las que integran a la filosófica y que clasifican el conocimiento filosófico en subramas: la gnoseología se ocupa del conocimiento, la estética de la producción artística, la ética de la fundamentación moral, filosofía del lenguaje, de la religión, del derecho, de la educación incluso de la ciencia como lo es la epistemología. Este mismo fragmento no deja de ser un texto filosófico y gnoseológico/epistemológico pues estudia las formas de conocimientos para centrarse en el conocimiento científico. La filosofía pretende configurar sistemas de conocimiento que tratan de ser verdaderos y fundados, sin embargo su metodología difiere de la ciencia pues no requiere de procedimientos de contrastación con la información empírica, ni existe un estatuto epistemológico de la filosofía, aunque sí hayamos metodologías como el análisis, la intuición o la analogía.

Al ser el texto una introducción, la autora utiliza un lenguaje poco técnico y su estructura es clara y limpia apoyándose en esos pequeños esquemas y ejemplos que permiten al lector comprender mejor lo escrito. Además, se apoya en muchos autores conocidos y accesibles—Jean Piaget, Karl Popper, Francis Bacon—, incluso en teorías sencillas que realmente pueden ayudar a que el interesado en la epistemología y la ciencia se cultive. En conclusión, como estudiantes de un grado de filosofía, este capítulo nos ayuda a comprender mejor conceptos como los de epistemología, ciencia y otras muchas ideas relacionadas.


* Andrea Martín Quintero y Joel Vera Fernández son estudiantes del grado en Filosofía en la ULL.


Segunda reseña

Gianella, A. (1995). Introducción a la epistemología y Metodología de la Ciencia. La Plata, Argentina: REUN.

Por Néstor Suárez Pérez *


Alicia E. Gianella es doctora en Filosofía, profesora de Filosofía y directora de proyectos de investigación de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP). Docente de posgrado en distintas universidades nacionales. Investigadora honoraria del Instituto de Investigaciones Filosóficas (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Sociedad Argentina de Análisis Filosófico). Sus líneas de investigación giran en torno a la Lógica y la metodología de la ciencia. Desde un enfoque naturalista también aborda la relación de la filosofía y la psicología y temas propios de la filosofía de la mente. Es coautora de varios trabajos sobre teoría del género.

Gianella comienza su escrito arrojando luz sobre la naturaleza de la epistemología: expone las preguntas que esta rama de la filosofía trata de responder, a saber: ¿Cómo y qué conocemos? ¿Cómo se ordenan nuestros conocimientos? Explica, además, sus diferencias con la gnoseología y la filosofía de la ciencia.
Aclaradas tales cuestiones, la autora presenta, en el segundo apartado, los dos grandes campos que constituyen el objeto de estudio de la epistemología, a saber: los aspectos dinámicos, es decir, el surgimiento (génesis) y el desarrollo (cambio) del conocimiento científico; y los aspectos estructurales, es decir, la naturaleza y las interrelaciones de aquellos conocimientos científicos.

Gianella estudia, después, los componentes del conocimiento; asegura que la noción de éste se entrecruza con cuestiones lingüísticas. El conocer se divide, entonces, en saber proposicional, que es el conocimiento puramente intelectual, y saber instrumental, que es el aprendizaje de procedimientos y destrezas.

De esta manera, el problema del conocimiento se convierte en un problema lingüístico. La filósofa argentina pasa a estudiar, por ende, el lenguaje; concretamente, los enunciados, partiendo de su estructura básica: la oración. Presenta la noción de verdad como correspondencia entre un enunciado y la realidad. Clasifica los enunciados, primero, en función de su carácter intrínseco: enunciados expresivos, directivos e informativos; luego, en función de su composición: simples o compuestos. Define, por último, las diferentes relaciones que deben cumplir los enunciados para constituir un cuerpo de creencias, a saber: consistencia (no contrariedad), equivalencia, implicación y deducción. Los conjuntos de enunciados que cumplan estos requisitos formales constituyen premisas de las que se infiere otro enunciado (la conclusión), dando lugar a un razonamiento. Existen dos tipos de razonamientos: los deductivos, en los que la conclusión se infiere necesariamente de las premisas (modus ponens, modus tolens, etc.); y los no-deductivos, donde la conclusión se desprende por probabilidad (inducción, analogía, etc.).

Gianella analiza, a continuacion, los términos de los enunciados. Distingue entre los que corresponden a propiedades (los universales) y los relacionales (v.g: más poblado que); desde la perspectiva científica, distingue entre teóricos y observacionales. Presenta, finalmente, la distinción entre enunciados analíticos y sintéticos. Los analíticos, que componen las ciencias formales, “son aquellos cuya verdad o falsedad no depende de su correspondencia con la realidad”, y se subdividen en lógicos, matemáticos, por sinonimia y definicionales. Los sintéticos, que componen casi completamente las ciencias fácticas, “son aquellos cuya verdad y falsedad no depende de relaciones internas del enunciado, sino de su correspondencia o no con estados de cosas reales”, y se subdividen en empíricos singulares, fácticos generales, teóricos y no fácticos.

En el tercer apartado, la filósofa examina brevemente otras formas de conocimiento, a saber: el conocimiento natural, el tecnológico y el filosófico.

El conocimiento natural es aquel que el humano adquiere de forma espontánea e informal, así como la capacidad para calcular las distancias o para relacionarse con sus semejantes; por este motivo, a menudo el conocimiento natural obstaculiza la adquisición del conocimiento científico, que se distingue del natural por su carácter racional, autocorrectivo, sistemático, preciso, metódico y general.

Gianella pasa a exponer los diferentes criterios según los cuales se han realizado, en el pasado, las clasificaciones de las ciencias, a saber: criterio ontológico, gnoseológico y metodológico. En las últimas décadas, sin embargo, se ha impuesto la clasificación que divide a las ciencias entre fácticas (empíricas) y formales (no empíricas). En las segundas se incluyen la lógica y las matemáticas; las primeras, cuyas unidades de análisis más importantes son las teorías, se subdividen en ciencias naturales (física, biología, etc.) y ciencias sociales (psicología, economía, etc.).

Con respecto al conocimiento técnico y al conocimiento tecnológico, Gianella asegura que el primero posee una finalidad práctica, pues pretende actuar sobre la realidad, y que el segundo es un tipo especial del primero, el tipo que “adopta la metodología científica y presupone conocimientos científicos”. Las acciones derivadas de estos tipos de conocimiento tienen tres finalidades: evitar o prevenir determinados hechos, modificarlos y controlarlos y crear determinados productos o artefactos; su valor reside, en definitiva, en la eficacia, y no en la verdad.

Expone, por último, las peculiaridades del conocimiento filosófico: este pretende ser un saber general; su principal objeto de estudio es la actividad humana; aspira a comprender la realidad en su sentido de realidad última, y se caracteriza por someter a permanente crítica sus supuestos.

En el último apartado Gianella explica la principal forma de ordenación y configuración de los conocimientos, a saber: las teorías. Estas se dan con mayor frecuencia en las ciencias fácticas, aunque también aparecen (si bien de otro modo) en las ciencias formales.

Las teorías deben reunir, para ser válidas, una serie de requisitos: consistencia interna, contenido empírico, contrastabilidad, sistematicidad, capacidad de predicción, poder heurístico, apoyo teórico y empírico y refutabilidad; algunos expertos señalan como deseables, por añadidura, la simplicidad y la aplicabilidad. Los núcleos de las teorías están constituidos por enunciados teóricos; la legitimación de hipótesis teóricas dentro de las teorías presenta, no obstante, un problema epistemológico central. La comprobación de una teoría se lleva a cabo, generalmente, a través de la observación y la experimentación.

La calidad del texto de Gianella reside, principalmente, en tres puntos: la perfecta estructuración, la correcta condensación de la información a exponer y el uso de un lenguaje didáctico.


* Néstor Suárez Pérez es estudiante del grado en Filosofía en la Universidad de La Laguna

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