19 de marzo: Ayn Rand









Ayn Rand (1905-1982)


Laura García Díaz



Alisa Zinóvievna Rosenbaum, mejor conocida como Ayn Rand, fue una filósofa y escritora que dedicó su vida a defender, principalmente, la libertad. Sin embargo, en nuestros días, su pensamiento ha sido desvirtuado y entendido como una elevación del individualismo a la categoría de fe religiosa y una ferviente defensa del egoísmo. En este mes de marzo, en el que homenajeamos a algunas de las filósofas más relevantes del siglo XX, he querido que hubiera también un hueco para una pensadora que se atrevió a ir más allá de lo que se esperaba de ella, y a defender el valor de la vida humana y su derecho a buscar la propia felicidad, frente a la moralidad cristiana y al estereotipo femenino altruista y relegado a las tareas de cuidado. 

A pesar de haber pasado la mayoría de su vida en Estados Unidos, Ayn Rand nació en la Rusia Soviétiva. Vivió tanto la Revolución de Febrero como la Revolución Bolchevique y para escapar de los combates huyó con su familia a Crimea. Al regresar, inicia sus estudios de filosofía e historia en la Universidad de San Petersburgo. Más tarde, motivada por su admiración por el cine, se inscribe en el Instituto Estatal de Artes Cinematográficas. En 1926 consigue salir de Rusia con la excusa de visitar a unos familiares en Chicago, pues su modo de vida se había empeorado desde que expropiaron a su padre su negocio de farmacia. Entendía que Estados Unidos era un país formado por hombres libres, donde la libertad y los derechos naturales actuaban como freno del poder del Gobierno, a diferencia de Rusia, donde el bienestar del individuo era sustituido por el bien de la comunidad. Rand consideraba que el comunismo ponía en peligro el Estado de Derecho, la democracia, el mercado y, sobre todo, los derechos individuales. Estas ideas fueron plasmadas en sus primeras novelas: Anthem (1938) y Los que vivimos (1936). Anthem es un relato en el que Rand nos muestra el efecto del comunismo en los individuos. Se trata de una historia futurista en la que un comité de sabios se encarga de predeterminar la vida de los seres humanos, que pierden su nombre y pasan a ser identificados con un número hasta que uno de los personajes se rebela al descubrir la palabra «yo». En Los que vivimos Rand muestra a través de Kira, su alter ego, su visión de Rusia y del comunismo como un sistema en el que se anula la capacidad crítica de los individuos.

A pesar de la relevancia y riqueza de estas primeras obras, el pensamiento de Rand termina de concretarse en El manantial (1943) y en La rebelión del Atlas (1957), obras en las que explica su filosofía, el objetivismo, que entiende, entre otras cosas, que la realidad existe de forma objetiva y que los hechos son independientes a nuestros sentimientos, deseos y temores. El manantial narra la experiencia de un arquitecto que, defendiendo sus ideales y manteniéndose fiel a sus principios, es tachado de egoísta. En La Rebelión del Atlas nos muestra la racionalidad como motor del mundo. De nuevo recurre a la distopía y nos hace imaginar un escenario en el que los emprendedores, especialmente los empresarios, acusados de egoísmo y avaricia, abandonan sus responsabilidades. Así, nos invita a pensar y valorar los peligros que ve el socialismo para los logros de la civilización, pues considera que supondría el adormecimiento de los individuos y el olvido de nuestros propios fines en beneficio del bien social. Y es que Rand entendía que era la vida lo que fundamentaba nuestros derechos, para esta autora cada individuo debe poder elegir racionalmente los valores que rigen su vida. Además, considera que cada individuo tiene derecho a existir para sí mismo y no tiene por qué sacrificarse por los demás, así como tampoco debe sacrificar al resto por su propio beneficio ni utilizar forma alguna de violencia sea cual sea el fin que se defienda.

En definitiva, Rand se ocupa de defender el valor de la vida, el derecho de existir y de hacerlo como mejor consideremos, ideas que se relacionan al individualismo y al capitalismo pero que, en realidad, lo que pretenden es socavar la idea de que el individuo no es nada sin la sociedad y que son los fines de ésta los que deben prevalecer como ideales. Más allá de tachar todo aquello que viene de la mano del individualismo, podríamos recordar que éste supone una defensa de la libertad. El Estado debe garantizar el derecho a la vida, la libertad y la propiedad, y el resto es una cuestión de elección. Quizás esta es una de las ideas que pueden hacer de Rand una autora relevante para el pensamiento feminista, pues plantea que ningún ser humano tiene por qué servir a los demás; éste sólo tiene como fin la búsqueda de su felicidad.













Ilustración de Elena Gutiérrez Roecker 

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Comentarios

  1. Laura. Qué chocante que pongas esto: "su pensamiento ha sido desvirtuado y entendido como una elevación del individualismo a la categoría de fe religiosa y una ferviente defensa del egoísmo" cuando toda la explicación que das a continuación confirma que eso no es una desvirtuación y que incluso se puede ir más lejos acusándola de antifeminista (por mujer podría estar en esta sección de marzo, pero desde luego no por feminista), neoliberal, reaccionaria, etc etc. Basta ver los vídeos que circulan por Youtube y lo que entienden que dice los que los suben y comentan.

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  2. Otro punto de vista sobre Ayn Rand, la filosofía y el feminismo, en la reciente columna de Fernando Savater en El País el 23 de marzo de 2019:
    https://elpais.com/elpais/2019/03/21/opinion/1553158920_707490.html

    ¿No echáis de menos en estos dos años con marzo dedicada a las mujeres a Carol Gilligan? ¿No tiene ella más motivos que Ayn Rand para estar aquí en su lugar?:
    http://www.secpal.com/%5CDocumentos%5CBlog%5Ccuaderno30.pdf

    Juan Cordero
    Profesor de Filosofía

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