3 de marzo: Martha Nussbaum









Martha Nussbaum (1947)


Mª Rosario Hernández Borges



Martha Craven Nussbaum es una filósofa estadounidense cuya obra tiene como objeto analizar las condiciones que harían que nuestras vidas fueran mejores. Estudió teatro y lenguas clásicas y, posteriormente, se graduó en Filosofía en la universidad de Harvard, de la que fue profesora. Actualmente, y tras un tiempo enseñando en la Universidad de Brown, ocupa la cátedra de Derecho y ética en la Universidad de Chicago.

El tercer jueves de noviembre de 2012 celebramos por primera vez el Día Mundial de la Filosofía en la Facultad de Filosofía (ahora Sección de Filosofía) de la Universidad de La Laguna. Decidimos dedicarlo a Martha Nussbaum, que había recibido el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales un mes antes. En esa ocasión, Margarita Vázquez, como decana, y yo, como vicedecana, organizamos la celebración. Aunque desconocía la obra de Nussbaum, leí mucho sobre ella, escuché varias entrevistas no solo sobre su pensamiento filosófico, sino también sobre su vida, elegí las fotografías que ilustrarían una exposición de su obra y terminé teniendo la impresión de que trasmitía una aparente fragilidad contenida en el trabajo duro, la actitud razonable y la necesidad de elaborar un discurso comprensible y útil. En las entrevistas y en sus libros habla de sus emociones sin demasiado pudor como si se hubiera conciliado con ellas con esfuerzo y razones. Recuerdo una entrevista titulada “Beauty and consolation: Martha Nussbaum”, donde se refería a la ira como un sentimiento muy presente en una etapa de su infancia. ‘No darse nunca por vencida’ y ‘hacer lo que tenía que hacer’ fueron expresiones que también aparecían con frecuencia en aquella entrevista.

De los muchos temas que trata Nussbaum, creo que la justicia social y la vulnerabilidad sirven de nexos que articulan todos los demás. Su estrategia argumentativa siempre pasa por la actualización del pensamiento griego mezclado con grandes dosis de ideología liberal.

Por ejemplo, en La fragilidad del bien (1986) recurre a su formación en el pensamiento griego para mostrar a través de la tragedia cómo los elementos constitutivos de la vida buena pueden ser vulnerables a la influencia de agentes externos. La metáfora de la barca como ciudad construida para superar las inclemencias del oleaje, muestra la necesidad del desarrollo tecnológico para crear condiciones para una vida que florezca y supere las contingencias externas, pero tanto o más importante que el desarrollo tecnológico es la deliberación moral, la prudencia que, siguiendo a Aristóteles no es arte ni ciencia, sino un saber sobre las condiciones de la vida humana adquirido por la experiencia. La vida buena, eudaimonía, se alcanza mediante el esfuerzo y la fortuna, siempre bajo el acecho de la incertidumbre que origina la propia vida.

Porque Aristóteles era consciente de la vulnerabilidad humana y de su imposibilidad de suprimirla, consideró que el Estado estaba obligado a compensarla ayudando a los ciudadanos en temas como la educación, el suministro del agua, la provisión de alimentos, etc. Pero no existe en el pensamiento aristotélico la idea de igualdad humana más allá de las diferencias de género, clase o etnia. Esta carencia se ve compensada en el pensamiento estoico con el reconocimiento a la dignidad humana y su igual valía para todas las personas. Este es el antecedente clásico que Nussbaum retoma en el proyecto sobre el enfoque de las capacidades que emprende con el economista Amartya Zen y que presenta en Crear capacidades. Propuesta para el desarrollo humano (2011). En este proyecto, Nussbaum intenta reconciliar la defensa de la libertad individual con una propuesta ética universal, que descansa en una lista de capacidades. En la versión de Nussbaum, que difiere en algunos puntos de la de Zen, el enfoque de las capacidades se pone al servicio de la construcción de una teoría de la justicia social básica, que se pregunta ¿qué se necesita para que una vida esté a la altura de la dignidad humana? La respuesta, señala Nussbaum, es que supere un nivel umbral suficiente de diez capacidades. Estas son: vivir una vida de duración normal, tener una buena salud física, conservar la integridad física, usar los sentidos, la imaginación y el pensamiento gracias a la educación y la libertad de expresión y creación, gozar de un desarrollo emocional satisfactorio, desarrollar la razón práctica incluyendo la libertad de conciencia y la observancia religiosa, tener capacidad de afiliación (oportunidades para relacionarnos con los otros en igualdad de condiciones), poder relacionarnos con los animales, las plantas y el mundo natural, disfrutar de actividades lúdicas y, por último, tener control sobre el entorno (participar en las decisiones políticas, tener derecho de propiedad, tener derecho a buscar trabajo,…). Las capacidades son libertades creadas por la combinación de facultades personales y el entorno social, político y económico.

Como medida de la pobreza, Sen y Nussbaum han propuesto que sean las capacidades entendidas como oportunidades y no los ingresos las que se consideren ya que dan una mejor idea de sus causas.
En diferentes ámbitos, como el de la libertad religiosa o el de las decisiones parentales sobre los hijos, puede surgir tensiones entre ciertas prácticas y las capacidades. En esos casos, Nussbaum propone que la protección de las capacidades sea considerada un interés estatal de ámbito superior que prime sobre la libertad del ejercicio religioso o sobre decisiones individuales. Corrige así Nussbaum a algunos de los autores de la teoría liberal, pero sigue el núcleo del liberalismo en su compromiso con la libertad de igualdad y oportunidades.

El caso de la desigualdad de las mujeres es otro problema de la teoría liberal clásica que preserva a la familia de la exigencia de justicia social pero cuya solución está en el mismo núcleo teórico liberal (Sex and Social Justice, 1998; Woman and Human development, 2000). Este es un fenómeno internacional, se sufre en muchos ámbitos y en todo el mundo. También es un problema del desarrollo ya que la negación de oportunidades a las mujeres frena la productividad de muchas naciones. Nussbaum es una feminista liberal, con una concepción universalista de la discriminación que cree que esta situación podría revertirse mediante el florecimiento humano con el desarrollo de capacidades. Rechaza el posmodernismo y el relativismo y ha mantenido una dura posición crítica con feministas estadounidenses como Judith Butler a la que ha calificado como ‘la profesora de la parodia’ y a quien ha reprochado su quietismo político, su indiferencia ante la posibilidad de cambios legislativos o en las condiciones de vida de las mujeres.

Otro tema al que Nussbaum ha dedicado varias obras es al de las emociones (The Therapy of Desire,1994; Upheavals of thought, 2001; Political emotions : why love matters for justice, 2013; Anger and Forgiveness: Resentment, Generosity, Justice, 2016). Las emociones son una forma de juicio de valor que atribuye a cosas y personas que no están bajo el control del sujeto una gran importancia para el florecimiento del mismo. Son el reconocimiento de nuestras necesidades y nuestra vulnerabilidad. Están ligadas a la ética y a la filosofía política y su modulación a través de la educación nos permite oponernos a promulgar leyes que generen desigualdades sociales. Nussbaum hace un análisis de la estructura interna de las emociones como el miedo, la compasión, la envidia, la ira, el perdón… y a través de casos cotidianos nos muestra cómo nuestra constitución afectiva está ligadas a la justicia y a la ética.

El papel de la educación en el pensamiento de Nussbaum es terapéutico. La educación es el instrumento que permite construir un tipo adecuado de ciudadanos. El estudio de las humanidades nos ayuda a ver el mundo desde el punto de vista de otras personas, desarrolla nuestra empatía, nuestra capacidad natural para ponernos en la piel de los otros, ampliándola más allá de nuestro núcleo de relaciones cercanas, amigos y familiares, y permitiéndonos imaginar cómo se sienten los que no conocemos. Sin duda, Nussbaum se ha erigido en una de las voces pública que más ha defendido la enseñanza de las humanidades y de la filosofía, en los últimos años.

Preguntada en una entrevista por el papel de las mujeres en la filosofía, Nussbaum sintetiza su preocupación por la desigualdad de las mujeres y su defensa de la enseñanza de la filosofía en el siguiente diagnóstico: “Pienso que las lagunas que existen se deben a que la filosofía es una disciplina básicamente colaborativa, que puedes construir sólo conversando con otros. La mujer fue excluida de esas conversaciones, no pudo establecerse con voz propia en esas imprescindibles conversaciones y ello le impidió ser reconocida como figura relevante del pensamiento”. Por tanto, recuperemos la voz, enseñemos Filosofía.










Ilustración de Elena Gutiérrez Roecker 


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