María José Guerra Palmero
Ángela Sierra González *
María José Guerra Palmero, es una filósofa que, tempranamente, se incluyó, por su obra, en lo que ha dado en llamarse el “feminismo filosófico”. El florecimiento del análisis, la reflexión y las discusiones ha sido una de las características del “feminismo filosófico” que ha desplegado innovaciones conceptuales y terminológicas, desde Celia Amorós, a la que María José conoció y trató y que ha influido en su obra, como lo han hecho algunas otras feministas anglosajonas. Una influencia que ha ejercido sobre María José no sólo a través de su obra, sino en la relación personal. No es la única filósofa que ha influido en ella, en esos términos. También le ha influido, especialmente, Ana Hardisson Rumeu, que fue su maestra en el instituto y quien, sin duda, alentó no sólo su vocación filosófica, sino, también, ayudó a definir sus intereses feministas y con quien llevaría su colaboración hasta la coordinación de un libro colectivo, Pensadoras del siglo XX, publicado en el 2002.
Según Luisa Posada Kubissa cabe atribuir de entrada dos sentidos a la definición del “feminismo filosófico”: “como reconstrucción histórica de las señas de identidad del pensamiento feminista que quiere dotar al feminismo, por tanto, de una genealogía propia; y como reflexión crítica, que lee críticamente la tradición de pensamiento y su presente desde un proyecto de emancipación social y político” (2016). Y, si hay un rasgo de carácter que define a María José Guerra Palmero es su determinación en el logro de esos dos objetivos.
Definida, en su quehacer intelectual, como filósofa, escritora y feminista. Se ha mantenido constante en el feminismo, no sólo académico, sino “militante”. Hay que tener en cuenta que en su reflexión la teoría se entrelaza, muchas veces, con la práctica. Hecho que no es casual. Es una elección de vida. Tal vez, sean indisociables en su biografía. No en vano, en mas de una ocasión se ha referido a la teoría y la práctica feminista como una “revolución”, con la que, obviamente, se siente identificada. Para Guerra Palmero los avances sociales conseguidos por las mujeres son la consecuencia de un largo proceso en el que, éstas han cambiado el sistema de relaciones interpersonales y la propia éticidad. Ella presenta esta revolución como un cambio de paradigma social. Así, lo exteriorizó en el Congreso de la Sociedad Académica de Filosofía (SAF), celebrado en Barcelona en el 2017.
Pero ello no le ha impedido arrojar una mirada filosófica sobre cuestiones no exclusivamente feministas. Sin embargo, en su obra pesa, especialmente, el feminismo como el hilo rojo del que hablaba Goethe, cuando el autor enfrentado a elecciones diferentes logra darles a todas ellas un hilo conductor . Un hilo rojo que recorre subterráneamente toda su reflexión teórica y su acción práctica. Siempre activa contra la violencia y la desigualdad. Su característica determinación se ha materializado no sólo en la consecución de los objetivos de su vida, sino, especialmente, en su capacidad resolutiva. Su probada fortaleza mental para ir tras ellos sin perderlos de vista por difícil que le haya resultado alcanzarlo. Y no siempre le han resultado fáciles. Tiene una larga historia de perseverancia. Quizá lo que mejor la caracteriza es su tenacidad.
La diversidad de sus intereses se observa en su obra en la que se trata desde temas concernientes a Derechos Humanos. ética ecológica, o gobernabilidad democrática. La amplitud de sus temáticas viene fijada por esta diversidad que incluye la teoría ética y política contemporánea, los feminismos filosóficos y la ética aplicada, especialmente, la bioética, la ética de las migraciones y la ética ecológica. Sorprende la extensión de su obra escrita, si se tiene en cuenta que, además, de escribir y coordinar libros colectivos (en algunos de ellos, también, he participado) y alguna revista, como los Cuadernos del Ateneo, revista de una institución muy representativa de la ciudad de La Laguna, con todo un pasado cultural tras de si. Ha dirigido, asimismo, proyectos de investigación, ha realizado estancias en el extranjero y ha realizado labores de gestión en la Facultad de Filosofía, en su momento, y, recientemente, coordinado por la Universidad de La Laguna el Doctorado Interuniversitario en Filosofía. Y, además, ha tenido tiempo aún para participar en el doctorado en Estudios Interdisciplinarios de Género y presidir la Red Española de Filosofía (REF).
Por otro lado, nacida en Tenerife y formada en la Universidad de La Laguna ha sido capaz de trascender el tradicional aislamiento de escribir y vivir en la periferia. La producción intelectual de las periferias ha de superar obstáculos a los que no se enfrentan los que residen en los centros de producción y de difusión. Es un agravio comparativo cuyo resultado afecta a la visibilidad de una obra y a su reconocimiento público y María José Guerra Palmero ha roto, a base de tenacidad, esas barreras, desde una Canarias, siempre lejana y que ella ha contribuido a hacer próxima.
Su obra no sólo es conocida en España, sino, también, en Latinoamérica. Precisamente, en Latinoamérica no sólo tiene amigos y amigas, algunos de los cuales compartimos sino, que parte de su obra se entreteje en ese espacio geográfico y cultural en la que se siente como en casa. Con ella, he coincidido en varias ocasiones, especialmente en México y en Colombia la experiencia de la identidad cultural. Sin duda, las claves epistemológicas que fundamentan algunos de los trabajos de María José Guerra como filósofa, son indisociables de esa voluntad de tránsito. Su diversidad de intereses filosóficos se acompasa a su experiencia vital transeúnte. En su infancia vivió en diferentes lugares y conoció distintos contextos vitales. Esas circunstancias han marcado su carácter, su apertura y su fácil sociabilidad. Si no fuera filósofa, creo que sería viajera, como expresión de una voluntad de búsqueda, de transformación.
Algunos de sus libros más conocidos, son Espacio Público y Perspectiva de Género: en diálogo con el joven Habermas (2009), Intervenciones feministas. Derechos, mujeres y sociedad (2004), Breve introducción a la ética ecológica (2001, Teoría feminista contemporánea. Una aproximación desde la ética (2001), Mujer, identidad y reconocimiento. Habermas y la crítica feminista (1998). En todos ellos, la continuidad de las temáticas abordadas demuestra la estrecha vinculación del feminismo con ámbitos diversos.
Desde hace décadas sigo con interés su evolución teórica y me ha parecido que puede definirse como una trama entre los discursos especializados, es decir, aquéllos producidos desde la esfera académica y los contextos extraacadémicos. Reflexiones sobre el derecho a la libertad de movimientos global, o el de una ciudadanía global, cuya materialización supondría grandes cambios en el paradigma de las relaciones internacionales hoy, se relacionan, con otras académicas, sobre Foucault, Butler, por mencionar algún ejemplo.
Creo que se podría considerar su evolución personal y reflexión teórica, como el resultado de tomar decisiones y ejecutar acciones. Siempre arriesga y casi siempre gana.
* Ángela Sierra González fue Decana de la Facultad de Filosofía de la ULL.
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