13 de marzo: Alicia Puleo (Sheila García González)








Alicia Puleo (1952)


Sheila García González*



La voz de la filósofa feminista Alicia Puleo ha hecho eco en diversos países europeos y americanos y en la actualidad es considerada un referente de la teoría ecofeminista. Sus reflexiones logran trascender el horizonte academicista hasta llegar a la conciencia de sus lectoras y lectores para esbozar junto a ellos la posibilidad efectiva de un cambio que consiga paliar la gran tragedia ecológica de nuestra era. A través de sus análisis interpretativos de la realidad cuestiona el periodo histórico en el que nos encontramos y reivindica el papel activo de las y los individuos como agentes del cambio brindando algunas orientaciones para la acción humana en esta dirección.

Debido a la relevancia de esta autora en el mundo filosófico, me resulta imposible remontarme a los primeros escritos suyos con los que traté. Sin embargo, recuerdo sin titubear cómo su libro Ecofeminismo para otro mundo posible (2011) consiguió repercutir de algún modo en mí. Desde un ecofeminismo que Puleo define como crítico, reivindica la igualdad, la libertad y la sostenibilidad. De manera ininterrumpida, pone en contacto feminismo y ecologismo para subrayar la emergencia del diálogo entre ambos y advertir del beneficio de un intercambio conceptual y político entre ellos. De forma acertada, al incorporar el capitalismo a este debate, perfila una crítica a la sociedad del hiperconsumo y evidencia su vínculo con la crisis ecológica planetaria. En sus planteamientos destaca el carácter activo del papel de las mujeres para alcanzar una transformación positiva medioambiental y la necesidad de consolidar una nueva cultura respecto a la Naturaleza. Resulta conveniente aclarar que, desde la elaboración de una revisión de los orígenes del pensamiento de la emancipación propio de la modernidad, no considera que las mujeres sean el principal agente de cambio, sino, más bien, que la crítica feminista resulta un instrumento sustancial para la consolidación de una cultura ecológica igualitaria.

Puleo advierte cómo el ecofeminismo contribuye a avanzar hacia un mundo más humano en sintonía con la naturaleza. En su propuesta destaca la necesidad de luchar contra las prácticas dominantes de los patriarcados, antiguas y recientes, y su desbordamiento con la deriva neoliberal. Para ello, es ineludible la transformación del destructivo modelo androcéntrico que gira en torno al eje desarrollo, conquista y explotación y consolidar un enfoque empático sobre la Naturaleza y un análisis crítico de las relaciones de poder. En esta línea, abre el interrogante respecto a si nuestra mirada sobre la Naturaleza tiene género, para hacer hincapié en que esas actitudes y acciones que han sido y son catalogadas como femeninas deben ser redefinidas a través del ecofeminismo. La conformación de una cultura ecológica fundamentada en la igualdad requiere de la incorporación crítica de una visión que tradicionalmente ha sido feminizada y concebida como desprovista de valor. Su propuesta ecofeminista reivindica la igualdad y la autonomía de las mujeres y fomenta la universalización de los valores de la ética del cuidado, una conciencia ética hacia la Naturaleza y la compasión hacia los seres no humanos. En definitiva, la cultura ecológica de la igualdad que propone se distancia del androcentrismo y el antropocentrismo para conformar otra realidad posible.

En la misma línea teórica que esta obra se encuadra su reciente publicación Claves ecofeministas. Para rebeldes que aman a la Tierra y a los animales (2019). Al rescatar algunas consideraciones del epicureísmo, como el peligro de perder la libertad por un deseo desmesurado de riqueza, nos recuerda una reflexión del pensador romano Lucrecio al respecto, el cual destacaba que a pesar de la posible ausencia de lujos materiales siempre estará a disposición humana el placer sencillo y genuino de disfrutar de la belleza de la Naturaleza. Evocar este antiguo consejo resulta un gran acierto por parte de Puleo, quien de forma crítica escarba en los criterios economicistas y rigurosamente consumistas que conforman la concepción de la felicidad en las sociedades actuales. El enfoque ecofeminista de la filósofa se nutre de un análisis crítico hacia las prácticas patriarcales de dominación y sumisión de la voluntad y su conexión con el endurecimiento de la crisis ecológica. Lo cierto es que la propuesta de esta autora resulta una suerte de brújula ética y política que ofrece alternativas frente a las amenazas del mundo moderno. Desde este plano, es constante su alusión a la necesidad de superar el androcentrismo y el antropocentrismo para conseguir de forma efectiva llevar a cabo este proyecto de igualdad, libertad, diversidad, respeto hacia la Naturaleza y de no explotación de seres humanos y no humanos. Ciertas formas patriarcales que promueven los mecanismos económicos neoliberales, como la codicia, nos dirigen a un futuro sombrío marcado por el aumento de la pobreza y la miseria a nivel mundial y del incremento de, tal como enfatiza nuestra autora, las mal llamadas “catástrofes naturales”.

Frente al futuro que se esboza, un planeta devastado, Puleo alza la voz del cambio reivindicando la necesidad de alterar ese mañana siniestro al que nos dirigimos si no modificamos las acciones presentes. Así pues, nos insta a destruir cualquier postura pasiva y ser “rebeldes, rebeldes con causa”. En efecto, resulta ineludible la labor ecofeminista para redefinir la realidad y vincular, tanto teórica como prácticamente, feminismo, animalismo y ecologismo. A través de esta postura de rebeldía propone diferentes estrategias de resiliencia para enfrentarse de forma activa a los peligros actuales. La solidaridad, la sororidad, la sostenibilidad, la interculturalidad, la autonomía y la libertad, los valores del cuidado, la ciencia, la salud, la educación ambiental, las relaciones entre seres humanos y no humanos y la mirada hacia la naturaleza, son solo algunos de los ejes en torno a los que giran las reflexiones de Alicia Puleo en esta obra que, en última instancia, indaga en el papel de las y los individuos en la Tierra.

Puleo rechaza de forma tajante las posturas negacionistas (esa ceguera voluntaria ante la crisis ecológica) y el reconocimiento conformista (aceptación pasiva del futuro que se esboza sino cambiamos el presente) para proclamar una nueva mirada hacia el mundo natural, así como la puesta en práctica de acciones orientadas a transformar la realidad medioambiental actual. Con esta filósofa hallamos una voz crítica hacia la globalización neoliberal de nuestra época que ha acelerado el cambio climático y acentuado la crisis ecológica a nivel planetario. Sus esfuerzos se encaminan a diseñar un proyecto efectivo que consiga paliar la problemática medioambiental que está destruyendo nuestro planeta. Desde este ángulo, resulta fundamental el carácter activo de la filosofía ecofeminista para cuestionar el momento histórico actual y poder trazar un porvenir más digno y humano. Su obra cobra sentido al conseguir despertar la conciencia ética de las y los lectores y fomentar la acción humana respecto a esa realidad que se nos presenta como irreversible sino actuamos aquí y ahora. A pesar del sombrío panorama en el que nos encontramos, Puleo nos invita a transitar colectivamente un camino cargado de luz que pueda hacer frente a la catástrofe medioambiental que se ha ido fraguando desde hace mucho tiempo en nuestro planeta y advierte de nuestra responsabilidad como seres racionales en la Tierra.

Para terminar, a modo de confesión, he de admitir que mientras a gran parte de filósofas y filósofos me resulta necesario tratarlos en la comodidad de mi escritorio y con la compañía de un lápiz para tomar anotaciones, la lectura de Alicia Puleo apetece con olor a tierra y el calor de un día soleado, disfrutando de la naturaleza como aconsejaba el filósofo epicúreo Lucrecio. Sin duda, resulta inspirador cómo esta autora es capaz de indagar críticamente en el contexto actual mientras, a la vez, mantiene una postura optimista ante esa cruda realidad y concibe a cada una de nosotras y nosotros como agentes del cambio capaces de transformar el mundo.








Sheila García González es investigadora en el programa de doctorado interuniversitario en Filosofía de la ULL.



Ilustración de Elena Gutiérrez Roecker

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