25 de marzo: Michela Massimi (David Pérez Chico)







Michela Massimi


David Pérez Chico*



Parafraseando al artista Barnett Newman, la filosofía de la ciencia es para los científicos lo que la ornitología es para los pájaros. En otras palabras, a los científicos por lo general les importa poco lo que puedan decir las filósofas y los filósofos de la ciencia. Pero en el caso de Michela Massimi esto no es exactamente así. La interdisciplinariedad de su trabajo y el conocimiento que tiene de la práctica científica contemporánea la convierten en una de las filósofas de la ciencia más interesantes e influyentes de la actualidad y su trabajo es una buena prueba de por qué a la ciencia y a los científicos les debería importar la filosofía en general y la filosofía de la ciencia en particular. Pero empecemos por el principio.

En una entrevista concedida a Richard Marshall para la revista electrónica 3:16 Massini relata que fue principalmente la combinación de tres factores la que hizo convertirse en filósofa. En primer lugar sus padres. La infancia de Massimi transcurrió en una pequeña aldea cercana a Roma en la que no había librerías ni bibliotecas públicas. Sus padres no eran universitarios ni tenían una especial sensibilidad por la filosofía y sus abuelos trabajaban en el campo. Pero al padre de Massimi le gustaba mucho leer novelas que compraba en Roma. Una de esas novelas, Fontamara de Ignacio Silone, le enseñó a Massimi a la edad de 12 años el valor empoderador de la educación.

En segundo lugar, el sistema público de educación en Italia en el que a partir de Secundaria las humanidades tenían una presencia destacada siendo la filosofía una de las asignaturas obligatorias durante los tres últimos cursos. En la Universidad de Roma “la Sapienza”, nuestra autora se decantó por la filosofía (su otra opción era estudiar física) y acabó especializándose en filosofía de la ciencia con un trabajo licenciatura sobre la historia y la filosofía de la física.

En tercer lugar, la libertad de movimientos dentro de la Comunidad Económica Europea, pues le permitió a una niña proveniente de una aldea italiana obtener su título de doctora en filosofía en la London School of Economics en el año 2002; y pasar los siguientes tres años como investigadora en la Universidad de Cambridge; y formar parte desde 2005 hasta 2012 del departamento de estudios científicos y tecnológicos del University College London. En la actualidad Massimi es profesora de filosofía de la ciencia en la Universidad de Edimburgo, y es miembro de instituciones como el Higgs Centre for Theoretical Physics o la Royal Society of Edinburgh. Es, además, la investigadora principal de un proyecto de cinco años de duración concedido por el Consejo Europeo de Investigación (ERC en sus siglas inglesas) titulado “Perspectival Realism: Science, Knowledge, and Truth from a Human Vantage Point.” En 2017 le fue concedida la medalla Williams-Bernal-Medawar otorgada por la Royal Society de Londres en reconocimiento a la naturaleza interdisciplinaria de su trabajo y por su gran labor como divulgadora de la filosofía de la ciencia. Por si esto fuera poco, en paralelo a su dedicación docente e investigadora, Massini ha ejercido de editora jefe de The British Journal for Philosophy of Science y ha formado parte en la editorial Palgrave Macmillan del comité editorial de colección “New Directions in Philosophy of Science”

De su trayectoria intelectual llama especialmente la atención la manera en la que Massini compatibiliza el interés por la historia de los problemas filosóficos con la atención a la práctica científica contemporánea. Este detalle dota a sus escritos de una veracidad que va mucho más allá de la mera erudición y está presente desde su primer libro Pauli’s Exclusión Principle. The Origin and Validation of a Scientific Principle. El objetivo explícito de este libro es explicar cómo se convierte una regla completamente fenoménica en un principio científico. Sin embargo, el interés de Massimi no era tanto responder a cuestiones metafísicas del tipo “¿qué es una ley de la naturaleza?”, como responder a la siguiente pregunta histórico-epistemológica: ¿cómo es que unos agentes epistémicos finitos como nosotros, los seres humanos, podemos llegar a reconocer ciertas reglas empíricas como principios científicos que gobiernan un amplio espectro de fenómenos naturales? No es de extrañar, por tanto, que Kant, en concreto la filosofía kantiana de la ciencia natural, y la distinción entre principios regulativos y constitutivos, constituyan uno de los ejes sobre los que gira una parte importante de la producción filosófica de Massimi. 

Aquí querría centrarme, sin embargo, en el que creo que es el hilo vertebrador de la obra más reciente de nuestra autora, me refiero a su defensa de una forma de realismo conocida como “realismo perspectivista” inspirado vagamente en Kant y claramente influido por el libro de Ron Giere Scientific Perspectivism de 2006. Con la ayuda de este tipo de realismo, Massimi se propone evitar algunos callejones sin salida a los que, en su opinión, habría llevado el debate sobre el valor de la verdad en ciencia entre el realismo y el anti-realismo científicos. 

¿En qué consiste el realismo perspectivista? Dicho muy brevemente, se trata de una posición filosófica que tiene como objetivo encontrar una manera de hacer compatible una idea robusta de la verdad en ciencia con el perspectivismo científico, según el cual, el conocimiento científico está histórica y culturalmente situado. ¿Cómo logra el realismo perspectivista superar esta aparente contradicción? La idea que defiende Massimi en algunos de sus escritos más recientes es que si bien la verdad no es ni absoluta ni intemporal, su búsqueda se encuentra en el centro de la práctica científica. En otras palabras, que la verdad es importante para la ciencia difícilmente sorprenderá a nadie, ahora bien, el viejo modelo positivista según el cual la ciencia progresa constante y linealmente en la dirección que la lleva directa hacia la verdad absoluta, no es más que un mito. La dicotomía entre realismo y anti realismo es por tanto estéril y es necesario superarla. El objetivo que se plantea Massimi es proponer una metafísica que haga justicia a los logros científicos y que al mismo tiempo celebre la naturaleza situada y pluralista del conocimiento científico. Y esto es posible porque, aunque la ciencia no aspire a alcanzar la verdad o no nos diga la verdad, debemos esperar que nos diga la verdad

La verdad, según el realismo perspectivista defendido por Massimi, es un “compromiso normativo inherente al conocimiento científico”. La verdad no es el objetivo de la ciencia porque no es a lo que la ciencia debe aspirar, pero debemos esperar que la ciencia nos diga la verdad, insiste Massimi, porque bajo el foco realista eso es lo que la ciencia debe hacer.








David Pérez Chico es doctor en Filosofía por la ULL. En la actualidad es profesor en la Universidad de Zaragoza.


Ilustración de Elena Gutiérrez Roecker

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