5 de marzo: Claudine Tiercelin (Domingo Fernández Agis)








Claudine Tiercelin (1952)


Domingo Fernández Agis*



La admirable carrera académica de Claudine Tiercelin, nacida en Brest (Francia) en el año 1952, tras culminar su período de formación y haber desplegado la primera etapa de su actividad docente en la universidad de París 12, ha culminado en su elección como profesora del Collège de France, una prestigiosa institución orientada al fomento de la actividad intelectual más innovadora en la que han ejercido o ejercen su labor algunas de las más brillantes mentes del país vecino. En el ámbito de la filosofía, desarrollar su labor profesional en un centro de estudios e investigación de primer nivel como ése, donde han culminado su trayectoria profesional intelectuales de enorme relevancia a escala internacional, como Michel Foucault, supone un desafío más que considerable al que Claudine Tiercelin ha sabido responder de forma magistral.

A mi juicio, sus aportaciones más relevantes y dignas de encomio son aquellas que han venido a poner de relieve las profundas conexiones existentes entre la filosofía y la ciencia. En efecto, dentro de un ámbito tan complejo como el referido, esta brillante pensadora ha sabido poner en cuestión los prejuicios antifilosóficos que acompañan y definen las actitudes neopositivistas, mostrando la potencialidad creativa de un pensamiento capaz de encontrar zonas de confluencia entre un área de investigación filosófica tan profunda como es la indagación metafísica y la creación científica en su dimensión fundamental. En ese sentido, he de decir que uno de los pilares básicos de la construcción de su obra ha sido la convicción de la posibilidad de un enriquecimiento mutuo entre el pensamiento filosófico y la construcción de teorías y explicaciones científicas. Desde esta perspectiva ha de entenderse que la filosofía puede proponer y desarrollar conceptualizaciones y vías de apertura intelectual de gran relevancia para la ciencia básica, mientras que los logros científicos de mayor relevancia llevarán a la filosofía a perfeccionar, rectificar y reorientar algunas de las líneas básicas que han definido su evolución.

En definitiva, las contribuciones al desarrollo de la filosofía que Claudine Tiercelin ha realizado tienen un valor singular por la dificultad que sin lugar a dudas resulta intrínseca a los temas que ha abordado y por la valentía que siempre ha evidenciado a través de su férrea determinación a seguir un camino propio, aun sabiendo casi siempre de antemano que iba a verse obligada a navegar a contracorriente, asumiendo además todo el esfuerzo que ello supone en el ámbito académico.

En esa tarea uno de sus puntos de referencia es el pensamiento de Duns Scoto puesto que este autor, que con todo merecimiento ha de ser considerado un clásico, se esforzó en buscar la conexión entre filosofía y ciencia en la tarea de concebir y analizar los fundamentos de lo que puede llegar a formar parte de la estructura del ser. En consecuencia, el referido pensador se concentró, como bien ha sabido poner de manifiesto Claudine Tiercelin, en “razonar sobre lo posible, lo que no quiere decir, contrariamente a aquello de lo que en la posteridad se le acusará a menudo, deducir el principio primero por el análisis de la estructura interna de lo posible-real, puesto que éste se enraíza en lo real concreto” (Claudine Tiercelin, La métaphysique et les sciences. Les nouveaux enjeux). En la tarea de pensar lo concreto, Claudine Tiercelin ha pretendido hacer filosofía partiendo del análisis del conocimiento científico de las raíces de lo posible. Con ello ha querido mostrar que ninguna disciplina filosófica, de la ética a la metafísica, ha de construirse a espaldas del conocimiento científico. De la misma forma que éste ha de prestar una atención detenida al saber filosófico, pues esto resulta crucial en las tareas de renovación metodológica, apertura temática y valoración de los resultados de la ciencia.

Para dar cierre a este breve texto quisiera mencionar algunas de sus obras.  Entre ellas, además de aquella a la que acabo de hacer referencia, considero que merecen ser especialmente destacadas La Pensée-signe (1993), Peirce et le pragmatisme (1993), Hilary Putnam, l'héritage pragmatiste (2002), Le Doute en question: Parades pragmatistes au défi sceptique (2005) y Le Ciment des choses (2011).







Domingo Fernández Agis es profesor titular de filosofía moral en la ULL.


Ilustración de Elena Gutiérrez Roecker

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