Maffía, D. (2007). Epistemología feminista: la subversión semiótica de las mujeres en la ciencia. Revista venezolana de estudios de la mujer. Volumen 12 (28), 63-97.
Por Nagore Hernández Pérez *
Diana Maffía nació en Buenos Aires en el año 1953. Estudia Filosofía en la Universidad de Buenos Aires (UBA), en la que trabajará posteriormente como profesora de Gnoseología, al igual que impartirá la docencia de Epistemología feminista en la Maestría de Estudios de Género de la Universidad de Rosario; y, asimismo, obtiene el doctorado en la UBA con su tesis: Género, subjetividad y conocimiento. Además de dedicarse a la docencia, se adentra en el terreno de la escritura, como vemos en obras como Búsquedas de sentido para una nueva política (2005), en colaboración con Elisa Carrió. Su compromiso político la lleva a ser diputada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y defensora adjunta del Pueblo de la misma ciudad. Ha ocupado cargos como la dirección académica del Instituto Hannah Arendt y la del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires.
Como consecuencia de su inquietud filosófica y científica, decidió centrarse en las Humanidades, pero aplicando la investigación filosófica al conocimiento científico. Esta será la idea directriz de la mayoría de sus investigaciones, utilizando en esta tarea, a su vez, la perspectiva de género. Así, en Epistemología feminista. La subversión semiótica de las mujeres en la ciencia (2008), muestra una visión crítica de la ciencia, y nos dice que la ciencia es puramente masculina, utilizando a las mujeres exclusivamente como su objeto de estudio. Esto ha desembocado en la negación de la capacidad de pensar de las mismas y en su exclusión de la vida pública. Esta exclusión y expulsión del ámbito científico, trae consigo la exclusión de las cualidades que se consideran “femeninas” en este terrero, al igual que la imposibilidad de su participación en él. Esto, recalca la pensadora, no solo sucede con las mujeres, sino que también incluye a minorías como los hombres y mujeres indígenas.
De este modo nos encontramos con un punto de vista androcéntrico, en el que resalta el hombre blanco, heterosexual y propietario, quedando invisibilizado todo lo que se salga de ese canon. Dicho de otro modo, este modelo de hombre representa una visión única y universal del sujeto de la ciencia. La epistemología feminista, así, desvela y denuncia el sexismo presente en las teorías científicas (que funcionan como producto), y en las comunidades científicas (que representan el proceso).
Nos dice la filósofa que, a partir de los años 70, se empieza a mirar con recelo la supuesta neutralidad de los saberes científicos. Este cuestionamiento trajo consigo una idea de la ciencia como algo no objetivo, puesto que está cargada de valores externos; y esto impulsó, junto con el apoyo teórico y activista del feminismo, el aumento número de mujeres científicas. Este aumento es tachado por Diana Maffía de insuficiente (es decir, sí se aprecian diferencias, pero siguen siendo mínimas en comparación con los hombres)
En la misma línea se promovió el desarrollo de una historia de la ciencia hecha por mujeres. El estudio de la mujer es fundamental, no solo como sujeto, sino también como objeto. Examinando la historia de la ciencia vemos cómo se ha hablado de la sexualidad y de lo femenino, y cómo se le ha impuesto a la mujer cómo debe pensar, o morir. De hecho, la autora nos comenta que antiguamente, dentro del campo de la medicina, se ha visto cómo se achacaba cualquier malestar en las mujeres a problemas en su útero, aunque se tratara de problemas de ansiedad o de dolores lumbares; y si ese diagnóstico resulta denigrante, también lo es su tratamiento. Esta visión de las mujeres como objeto desde el punto de vista científico y filosófico se ha traducido en la definición de la naturaleza femenina como una naturaleza inferior y diferenciada con respecto a la masculina. Esto se ha intentado justificar, entre otras cosas, a través de las diferencias biológicas y psicológicas que existen entre hombres y mujeres.
La filosofía tampoco se escapa de esta crítica al androcentrismo. Esto lo vemos con Platón, por ejemplo. Podemos leer en el Timeo que el útero se encuentra muy lejos de los pensamientos nobles o racionales y que, además, ese órgano convierte a la mujer en un ser poseído por el deseo de tener hijos.
Aunque con el paso del tiempo vemos cada vez más mujeres dedicadas a las ciencias, Maffía se muestra crítica y nos deja ver que aún queda mucho por hacer. Con Hipatia, por ejemplo, vimos avances en este campo, pero murió lapidada, y muchas otras científicas y pensadoras quedaron invisibilizadas, y en segundo plano en relación a las ideas propuestas por sus homónimos masculinos.
El trabajo de la epistemología feminista trata de desvelar en carácter sexista y androcéntrico de la ciencia. Se alude, por tanto, a una reinterpretación desde la perspectiva de género con el fin de lograr la liberación o la emancipación de las mujeres en este terreno, empezando por aceptar lo dicho anteriormente: la ciencia no está libre de valores. Un ejemplo importante de ello es el análisis de las metáforas sexuales, que no son ajenas al ámbito científico. Así, hablamos de ciencias “duras”: aquellas que resultan más objetivas y que quedan vinculadas con lo masculino, mientras que las “blandas” resultan ser más subjetivas y asociadas con lo femenino. Esto nos hace pensar que esa ciencia “objetiva” tiene la verdad, por lo que esa lucha se convierte también en una especie de juego de poder.
En conclusión, podríamos afirmar que Maffía, y su obra, representan la necesidad de una batalla por, y para, incluir cada vez más a las mujeres, sin importar su nacionalidad o color, en el ámbito científico. Sólo de este modo, incluyendo sus aportaciones, podrá nutrirse el conocimiento científico, haciendo así que el conocimiento humano consiga avanzar.
*Nagore Hernández Pérez es alumna de tercer curso del Grado en Filosofía de la ULL
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