Diana Maffía (Conocimiento y Emoción)


Maffía, D. (2005). Conocimiento y Emoción. Arbor, CLXXXI (716), 515-521.

Por Tomás Hernández Mora *


Pese a que estamos ya entrando en la tercera década del siglo XXI, las mujeres todavía están discriminadas en varios ámbitos, como el educativo, el científico, o incluso el filosófico. Diana Maffía, nacida en Buenos Aires en 1953, es licenciada en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, y especializada en feminismo y epistemología. Actualmente, ES docente de Filosofía en esa misma universidad. En el año 2005, Maffía publicó un artículo titulado “Conocimiento y Emoción”, en el que se centra en cómo la supuesta desunión entendida entre conocimiento y emoción ha ayudado a fomentar una discriminación machista en los ámbitos comentados anteriormente, y en cómo tender un puente entre conocimiento y emoción.

Maffía argumenta que, tradicionalmente, en la Filosofía, la experiencia cognitiva, racional e intelectual, han sido consideradas de forma separada, y superiores a lo emocional o sentimental. Así mismo, ella sostiene también que se suele entender el conocimiento y la razón como características masculinas, y las emociones y sentimientos como características femeninas. De esta manera, se forma una separación entre conocimiento y emoción.

Como podemos observar, pareciera que en un principio las emociones suponen algo que resta al uso de determinadas habilidades humanas, como lo es el uso de la razón. A la racionalidad se le suelen atribuir características como coherencia, consistencia en creencias, utilidad, entre otros. Sin embargo, Maffía considera que estas atribuciones a la racionalidad son muy generales y vagas, y no permiten guiarnos a una acción en particular, mientras que las emociones definen parámetros específicos en nuestra toma de decisiones. Del mismo modo, en el propio proceso de deliberación racional, las emociones dejan sobresalir solo una pequeña proporción de las opciones posibles, y de los hechos relevantes concebibles para la toma de decisión. Por lo tanto, las emociones son importantes para la racionalidad, lo que nos acerca a construir un puente entre conocimiento y emoción.

Sin embargo, el objetivo de trazar este enlace nos lleva a hacernos la siguiente pregunta: ¿cómo se conocen las emociones? Es complicado que las emociones sean el foco de una investigación científica, pues no existe una medida para establecer, por ejemplo, el grado de alegría de una persona en un determinado momento. Además, una crítica que Maffía resalta en su artículo ante el estudio del conocimiento de las emociones, es que cuando se estudia a las mujeres se les atribuyen características directamente, y no se recogen sus propias valoraciones. Por ello, lo que se reclama desde el feminismo en este punto es que, para un estudio del conocimiento de las emociones, es necesario conocer la valoración que tienen los sujetos examinados ante sus propias emociones y sentimientos.

En este ámbito, Maffía destaca el estudio realizado por los investigadores estadounidenses Andrew Ortony, Allan M. Collins, y Gerald L. Clore en el libro The Cognitive Structure of Emotions, publicado en 1988. Según ellos, las emociones surgen como resultado de la forma en la que interpretamos situaciones que ocurren en el mundo exterior. Por ende, para dar cuenta de la forma en la que conocemos las emociones, es necesario dar con una estructura que organice el número ilimitado de situaciones posibles que puedan desencadenar emociones, y especificar la estructura psicológica de las emociones según las descripciones personales e interpersonales de los individuos que las poseen ante diversas situaciones. De esta forma, estos investigadores intentan dar cuenta que la experiencia de las emociones tiene no solo factores subjetivos, sino también culturales.

Por lo tanto, debido a que interpretar el mundo es un proceso cognitivo, las condiciones desencadenantes de las emociones incorporan las representaciones cognitivas que resultan de tales interpretaciones. De esta manera, Maffía advierte del lazo existente entre conocimiento y emoción.

Podemos concluir esta reseña con que, lo que advierte Maffía, es que términos entendidos como opuestos, como lo son el conocimiento, la inteligencia y la racionalidad, ante el sentimiento y la emoción, pueden estar a su vez enlazados. Este tipo de enlaces es visible no solo desde una perspectiva feminista o epistemológica, sino también desde la perspectiva de otras ramas de estudio, como son la filosofía de la ciencia, o incluso la psicología. El ser humano posee múltiples formas de inteligencia, y toda inteligencia, para su uso, requiere de una interpretación de los sucesos que ocurren en el mundo exterior, y ello precisa de un determinado grado de cognición. Poseemos inteligencias que requieren de un alto grado de precisión, como lo es la inteligencia matemática, pero también poseemos inteligencias enlazadas íntimamente con nuestras emociones, como lo es la inteligencia emocional. Por ende, conocimiento y emoción son conceptos diferentes, pero unidos de la mano, por lo que resulta erróneo caracterizar a uno de ellos como puramente masculino o femenino.


*Tomás Hernández Mora es investigador predoctoral en el programa de doctorado interuniversitario en Filosofía de la ULL.

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