María Cristina González y Nora Stigol (La filosofía y su historia. Un debate abierto)


González, M. C. y Stigol, N. (2012). La filosofía y su historia. Un debate abierto. Revista De Filosofía, 37(2), 151-170.

Por Rosario Hernández Borges *


En filosofía no es habitual trabajar a cuatro manos, el trabajo que comentaré aquí es una excepción. María Cristina González fue docente en la Universidad Nacional de Rosario. Nora Stigol lo fue en la Universidad de Buenos Aires. Ambas también enseñaron en la Universidad Nacional de La Plata y han tenido un papel fundamental en la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico, formando parte tanto de su Comisión Directiva como del Consejo Editorial de la revista Análisis Filosófico.

En el año 2010, González y Stigol escriben la presentación al número 1 del volumen 30 de la revista Análisis filosófico con el título “Presentación: cinco respuestas a un desafío”. El volumen trata sobre el canon filosófico. En él ya aparece el tema que tratarán en 2012, en el artículo del que me ocuparé en esta reseña. El término ‘canon’ puede referirse a un catálogo o lista o a un norma o regla establecida por la costumbre. Aplicada a la filosofía, el término nos remite al problema de qué autores, obras, doctrinas o sistemas, tesis o tradiciones son relevantes para quienes se dedican a la filosofía. Señalan las autoras que el tema no solo tiene una dimensión descriptiva, saber quiénes están en esa lista, sino también normativa, por qué están esos y no otros (u otras, añado yo). En el ámbito práctico es un tema que afecta a los planes de estudio y a la formación de quienes estudian filosofía en cualquier nivel educativo. En el año 2012, González y Stigol escriben el artículo “La filosofía y su historia: un debate abierto” donde retoman el tema del canon, centrándose en cuál es la relación entre la Historia de la Filosofía y la Filosofía.

En este artículo vuelve a aparecer la distinción entre la dimensión descriptiva y la normativa del problema. Que en filosofía se proponen ideas desarrolladas a partir de las de los antepasados es un hecho –cuestión descriptiva. Que se deba hacer así, es una prescripción -cuestión normativa. ¿En qué se fundamenta la prescripción de que para hacer filosofía debemos hacer historia de la filosofía? Esto es lo que discuten González y Stigol en este artículo.

Pronto dejan clara su posición. 1. El conocimiento de la historia de la filosofía no es condición necesaria ni suficiente para hacer filosofía. 2. La historia de la filosofía y la filosofía son disciplinas independientes y autónomas con metodologías, intereses y objetivos distintos. 3. No creen, como hacen otros filósofos, que el conocimiento de la historia de la filosofía merme nuestra capacidad filosófica. 4. Siguiendo a Hans-Johann Glock, defienden un ‘historicismo pragmático’, que valora el beneficio que el conocimiento de la historia de la filosofía podría traer a la hora de hacer filosofía, pero no analizando fielmente los textos, sino estableciendo un diálogo con ellos, buscando argumentos que nos lleven a propuestas propias. Desde su posición, no ven el peligro de hacer una lectura anacrónica de un texto, ya que lo que prima es la estrategia argumentativa. Por tanto, una teoría filosófica será útil si nos permite resolver un problema que nos preocupa.

Las autoras plantean y discuten varios argumentos con el fin de desechar la idea de que hacer historia de la filosofía es necesario para hacer filosofía. En primer lugar, tanto el concepto de “historia” como el de “filosofía” son ambiguos. El concepto “historia” es ambiguo en tanto hace referencia a un conjunto de sucesos, el relato de ese conjunto de sucesos y a una disciplina académica. El término “filosofía” es también ambiguo ya que es una actividad y los trabajos resultado de esa actividad. En ninguna de esas acepciones queda claro que sea necesaria la relación de la filosofía y su historia. En segundo lugar, el desacuerdo dentro de la filosofía acerca de la naturaleza de la misma se puede entrever en las elecciones de autores, temas, obras que se hagan desde la historia de la filosofía. Esto ocasiona dos problemas: cómo se justifican esas elecciones y el carácter circular que asume la historia de la filosofía que parte de cierta concepción de la filosofía. En tercer lugar, también sería relevante para el tema saber cuándo se constituye la filosofía como disciplina autónoma. Las autoras, siguiendo a Eduardo Rabossi, indican que hasta avanzado el siglo XIX la filosofía y la ciencia eran sinónimos y no podía diferenciarse entre la historia de la filosofía y la historia de la ciencia. Que el origen de lo que hoy llamamos filosofía se sitúe en apenas doscientos años, parece dificultar aún más la noción de historia de la filosofía.

Pero de todos los argumentos que esgrimen, en el que más insisten es en la variedad de historias de la filosofía. La variedad de géneros, estilos, y modos de pensar y de hacer filosofía depende de los objetivos propuestos y de las metodologías utilizadas para alcanzarlos. Por lo que no hay una historia de la filosofía. Comentaré las dos que me parecen más interesantes.

Una, es la propia de quienes tratan de forma expositiva los textos de autores pasados. Buscan ser objetivos e imparciales. En ocasiones quieren hablar al autor en sus propios términos por lo que recurren al contexto. Las obras filosóficas, periodos de la historia o corrientes filosóficas se veneran, se conservan con la actitud del ‘anticuario’. El problema sería cómo superar los límites del lenguaje y de nuestro propio contexto para preservar la exactitud del relato que hagamos. A los relatos desde nuestros propios esquemas conceptuales se les consideraría anacrónicos.

La otra posición es la que a las autoras les parece más interesante. La que los anticuarios tacharían de anacrónica. Criticar, evaluar, interpretar, debatir con sus antecesores con el fin de arrojar luz sobre un problema filosófico que se trata desde el presente.

Para quienes en ocasiones nos movemos en los límites de las disciplinas y no nos preocupa excesivamente la ortodoxia en los ámbitos del conocimiento, el tema que trata González y Stigol es especialmente relevante. A quien se mueve dentro del canon también le interesa ya que trata sobre la identidad de la filosofía, sobre la identidad de quiénes nos dedicamos a esto. Es un tema actual y pertinente. Y la discusión de las autoras, rica en matices y argumentos, aportan claridad al problema.

En 1996 hice una estancia de investigación en la Universidad de Buenos Aires y en SADAF, donde conocí a Cristina y a Nora. Las discusiones filosóficas que allí viví fueron un ejemplo de que la filosofía es algo más que historia de la filosofía.


*Rosario Hernández Borges es licenciada y doctora en Filosofía por la Universidad de La Laguna. En la actualidad es profesora contratada doctor del área de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la ULL.

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