Santa Cruz, M.I. (1998). Platón y el neoplatonismo. En Gracia, J.J.E. (Editor). Concepciones de la metafísica, Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía. Trotta, pp. 27-49.
Por Andrés Jaume *
María Isabel Santa Cruz nació en Buenos Aires en 1941 y se doctoró en filosofía en la Universidad de París I. Ha realizado una ingente labor de traducción e interpretación de textos griegos, siendo una especialista en Platón, el neoplatonismo y Plotino. No es esto poca cosa, máxime si tenemos en cuenta lo que supuso la edición y traducción de los Diálogos de Platón por la Editorial Gredos en el ámbito hispanohablante, donde María Isabel Santa Cruz contribuyó nada menos que con las traducciones del Parménides y el Político. Podemos decir que su traducción ha tenido un largo recorrido entre los estudiosos hispanohablantes como, en general, la publicación de los diálogos platónicos en la Editorial Gredos. Sin embargo, no se acaban aquí las aportaciones de esta filósofa argentina sino que cabe sumar dos contribuciones en una importante obra colectiva como fue la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, encomiable proyecto dirigido por Manuel Reyes Mate, León Olivé, Osvaldo Guariglia, Miguel Ángel Quintanilla y Pedro Pastur en Editorial Trotta. Este proyecto quiso poner de relieve las contribuciones hispano-iberoamericanas al conjunto total de la filosofía. Si bien la realización completa de la obra se ha demorado desde 1992 hasta 2017 a lo largo de treinta y tres volúmenes, es decir, veinticinco años, nuestra autora participó en dos, el dedicado a Historia de la Filosofía Antigua, dirigido por Carlos García Gual, con un capítulo titulado “Plotino y el neoplatonismo” (1997) y el dedicado a Concepciones de la metafísica, editado por Jorge J.E. Gracia (1998) con otro capítulo dedicado a Platón y titulado “Platón y el neoplatonismo”, que es el que vamos a comentar en estas líneas centrándonos en el análisis que hace de la teoría de las ideas.
Es conocido el tópico de Whitehead que sostiene que toda la filosofía no son más que notas al pie de la obra de Platón. En realidad la exposición de cualquier tema filosófico tiene un buen comienzo con un diálogo platónico, forma de expresión que en los últimos años ha perdido vigencia favoreciendo una nueva forma de expresión ajena a la tradición filosófica como es el paper académico. La filosofía ha usado a lo largo de su existencia histórica muy diversos y variados géneros literarios, el diálogo ha sido, junto con el poema, el origen de su expresión escrita, ya que como advierte Platón en el Fedro la escritura es palabra muerta que no puede decir verdad.
En el capítulo dedicado a Platón y el neoplatonismo en Concepciones de la metafísica, Santa Cruz realiza una interpretación de las ideas metafísicas y epistemológicas de Platón a la vez que señala la originalidad del neoplatonismo. Aborda, pues, un período que va desde el s. IV a.C. hasta el s. VI d.C. Ambos autores parten de un presupuesto común que va a tener un largo y fructífero desarrollo a lo largo de toda la historia de la Filosofía como es la distinción entre el ámbito de lo sensible y lo inteligible. En efecto, es esta una distinción que se da tanto a un nivel ontológico, pues son dos ámbitos diferentes de la realidad, como epistemológico. De hecho, la teoría de las ideas (o de las formas) es una respuesta a un tipo de pregunta ya formulado por Sócrates: ¿Qué es x? Responder a esta pregunta no es simplemente mostrar un algo que la satisfaga, sino que se pregunta por lo que subsume una pluralidad de particulares, es decir, se pregunta por un modelo o paradigma que acoja lo que de común tienen una serie de particulares. De ahí que la idea o forma sea lo que haga posible tanto el discurso como el juicio. No podemos enseñar la virtud sin antes saber qué es la virtud, no podemos hablar del conocimiento sin antes saber qué es el conocimiento, no podemos decir nada acerca de la realidad sin antes saber qué es la realidad. Las preguntas de Platón pretenden dar razón de tres tipos diferentes de fenómenos a lo que una respuesta relativista como la de Protágoras resulta insuficiente. De este modo, ante la pregunta acerca de los fenómenos éticos, epistemológicos y ontológicos se impone apelar al concepto de idea. El eidos puede verse como aquello que se presenta a la vista y delimita los contornos de un algo, pero no es ante los ojos sensibles sometidos al devenir y la mudabilidad, sino ante los ojos del alma, por esa razón hay una primacía del mundo inteligible sobre el sensible de la que el resto de la historia de la Filosofía va a ser deudora. Platón no nos da una definición positiva de las formas o ideas, sin embargo sí aclara que, a la vez que son el fundamento de todo lo real que tienen una subsistencia, son también objetos de conocimiento solo aprehensibles por el pensamiento. Las formas son causas de lo sensible, ellas permiten dar logos, explicar lo que las cosas son. Platón parte de un hecho, a saber, usamos términos generales, nuestro pensamiento es de lo general, aunque se despierte con la presencia de particulares no capta la particularidad sino que generaliza, unifica lo diverso. Sin embargo Platón se encuentra con el problema de explicar la relación entre lo sensible y lo inteligible, un problema que reaparecerá muchas veces y que adquiere una importancia inusitada a partir de la Dissertatio de 1770 de Kant De mundi sensibilis atque intelligibilis forma et principiis, que después será el germen de la Crítica de la razón pura.
Como puede imaginarse, a Kant no le satisfizo ninguna de las dos maneras de explicar las relaciones entre los dos ámbitos que Platón llevó a cabo a través de dos metáforas: la idea de participación (Fedro), basada en la inmanencia de la forma en el particular y la de copia-modelo (República y Timeo), fundamentada en la trascendencia de la idea respecto del particular. Aunque, señala Santa Cruz, no son dos maneras excluyentes, sino dos maneras de enfrentar un problema que la Filosofía de la Edad Media conocerá muy bien: el problema de los universales. ¿Qué es lo que está en juego? Para nuestra autora es muy claro: la inteligibilidad de lo real, por esa misma razón es absurdo separar la metafísica de la teoría del conocimiento, son dos aspectos de un mismo problema, no pueden desligarse. Este problema adquiere mayor peso cuando consideramos la dialéctica, y de manera particular, cuando vemos qué hace con ella Platón en los diálogos críticos como Parménides, Sofista y Político. En el primero de ellos encontramos una revisión de la teoría de las formas, mientras que en los dos diálogos restantes nos aparece la dialéctica como una tarea propia del filósofo que consiste en unificar y discriminar, esto es, determinar la característica relevante común a la vez que señalar la diferencia hasta averiguar las relaciones por las que el ser está constituido. La dialéctica es un modo de pensar que permite ver al alma por sí misma lo real.
Para Plotino el punto de partida también es la separación entre lo sensible y lo inteligible, como puede verse es éste un tópico crucial. Tras ofrecer una caracterización de la metafísica de Plotino a través de cinco principios (unidad, trascendencia e inmanencia, procesión, conversión e inefabilidad) señala un importante rasgo como es que el objetivo de Plotino es “explicar tanto la realidad en su conjunto como el viaje de retorno del alma a su patria” (p. 43), idea que, junto con la ya mencionada distinción entre lo sensible y lo inteligible, habrá de ejercer una influencia notable en el pensamiento posterior hasta Bergson. A su juicio es el intento de reunir de modo completo y orgánico los grandes debates del mundo antiguo con los motivos religiosos de la cultura helenística.
Santa Cruz presenta así a dos figuras clave del pensamiento antiguo que van a ejercer una influencia decisiva en nuestra cultura. A fin de cuentas la filosofía es un intento omnicomprensivo. Su tarea no es otra que la de arrojar luz sobre el presente, para ello la tarea de interpretación de los autores e ideas que lo han configurado se presenta como trabajo inexcusable para cualquier persona ávida de conocer.
*Andrés Jaume es miembro del grupo de investigación LEMA
de la ULL.
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