Pérez, M. (2016). Teoría Queer, ¿para qué?. ISEL, 5, 184–198.
Por Álvaro Domínguez Armas *
Nacida en Argentina y actualmente Investigadora Asistente en CONICET y docente en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Tres de Febrero y la UCES, Moira Pérez es una Doctora y Licenciada en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA) cuya carrera académica es merecedora de atención. Su investigación busca aplicar a diversos temas de relevancia práctica, tales como la ética aplicada, la educación o las políticas sociales, una perspectiva derivada de los estudios queer y la teoría crítica. Esto motiva a la filósofa a dirigir el grupo de investigación “Política, derecho e identidad: perspectivas Queer en filosofía Práctica”, además de la publicación de múltiples artículos al respecto.
El artículo reseñado en esta entrada es una de las contribuciones más citadas de esta autora. Este artículo tiene un carácter didáctico dirigido a aquellos que no estamos familiarizados en la teoría queer. Para ello, divide el texto en tres partes. Primero realiza una introducción a las perspectivas que han afectado a la teoría queer a lo largo de su historia. Segundo, argumenta el cómo nos será de utilidad este concepto, con algunas de sus herramientas principales, para pensar e intervenir en el mundo que nos rodea. Y tercero, considera algunas de las críticas que se han realizado a la teoría queer, además de abrir el abanico de posibilidades futuras para el desarrollo de la teoría. A razón de esta escisión, me adentraré brevemente en cada uno de los temas que trata Moira Pérez en su texto.
En primer lugar, Moira Pérez se detiene en una recapitulación de las aportaciones a la teoría queer que ha habido a lo largo de su desarrollo. Una genealogía de un concepto originario en la resignación política que luego fue apropiado desde la academia para, finalmente, ir perdiendo su perspectiva política hasta la actualidad. Hasta los años noventa, el término queer se usaba para referirse a lo “extraño”y lo “raro”, lo que llevó a aplicarse de manera despectiva contra los homosexuales y personas de sexo/género no normativo. A través de múltiples campañas de protesta y luchas por los derechos civiles, se busca recuperar el término y resignificarlo con el objetivo de empoderar al colectivo contra el que se blande. El interés por este fenómeno político ha crecido de manera exponencial en el mundo académico. Pese a recibir múltiples críticas por atentar contra las raíces del movimiento, Moira Pérez se muestra escéptica ante esta idea. Por ello destaca aportaciones de Judith Butler como Exitable Speech (1997) y Gender Trouble (1999), de Eve Sedwick (Epistemology of the closet, 1990) o de Michael Warner (Fear of a Queer planet, 1991), entre muchas otras de Michel Foucault, Luce Irigaray, Dona Haraway o incluso de la propia Moira Pérez. Estas aportaciones han supuesto un enriquecimiento al diálogo sobre la teoría queer, pero también han producido una ramificación del concepto que, hoy en día, ha obligado la incorporación de otros ejes de discusión, como la raza, la clase o la diversidad funcional, a las aportaciones clásicas (centradas en un análisis de los mecanismos de construcción social de sexo, género y deseo).
En segundo lugar, la filósofa presenta varias herramientas con el objetivo de caracterizar la teoría queer, definida como una estrategia interpretativa dinámica. Presenta la teoría como un filtro de luz ante lo que nos rodea, que se sirve de elementos como: (1) una idea de performatividad ligada a la teoría de actos de habla de Austin. Al hablar estamos haciendo cosas al mismo tiempo. Algunas de las cosas que se pueden hacer es la construcción de la subjetividad de los sujetos dentro de la cultura – recayendo sobre conceptos como identidad, sujeto, libertad de elección, etc. Este proceso se encuentra inmiscuido en una red de (2) materialismos que la teoría queer también analiza. No sólo se refiere al carácter material del cuerpo, sino también a la red socioeconómica en la que el sujeto se desarrolla. Para ello, la teoría se sirve de un (3) análisis geneaológico que no busca un origen historiográfico, sino que apunta a vislumbrar qué función cumple, a qué intereses responden, qué dispositivos lo sostienen o qué resistencias producen conceptos como normalidad o anormalidad
En tercer lugar, la autora esboza algunas de las críticas que ha recibido la teoría a lo largo de su desarrollo. Sin embargo, describe como lecturas simplistas y poco rigurosas aquellas objeciones centradas en describir a la teoría queer como inmovilizante por su afán de deconstrucción de cualquier eje identitario. Pese a ello, Moira Pérez reconoce que la teoría queer ha de ser crítica con sus propios avances teóricos y prácticos, aceptando que no podemos escapar por completo de la repetición performativa de las identidades de los sujetos. Lo que no significa el fracaso de la teoría, sino una reflexión de los objetivos que se pretenden alcanzar. Entre ellos, propone, un posicionamiento crítico sobre nuestras propias prácticas – personales y profesionales – que aboguen por la construcción de un mundo en el que las diferencias convivan sin tener que fusionarse en unidades mayores que homogeneicen las diferencias entre sujetos.
Esta breve introducción a su texto no hace justicia a la obra de Moira
Pérez. Su labor requiere de un estudio pausado y profundo que producirá, sin
lugar a duda, un resultado fructífero. Debido a su carácter ordenado y claro,
la lectura de conceptos complejos se hace amena y entrañable. Además de las
múltiples conferencias que tiene colgadas en su página de investigadora,
impartidas por Zoom y recogidas en YouTube, que facilitan el aprendizaje en
estos tiempos de Covid.
*Álvaro Domínguez
Armas es graduado y máster en Filosofía por la ULL. En la actualidad es PhD student,
ArgLab – IFILNOVA en la Universidade Nova de Lisboa.
Muy interesante!! Gracias por dar a conocer a Moira Pérez.
ResponderEliminar¡Un 10! Excelente trabajo, deseando leer más. Muchas gracias por tu arte y por dar a conocer a Moira Pérez.
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