24 de marzo: Judith Butler









Judith Butler (1956)


Ana Isabel Hernández Rodríguez




Judith Butler, filósofa estadounidense y profesora en la Universidad de California, es una teórica fundamental de la pluralidad, y enorme complejidad, tanto de los feminismos de los siglos XX y XXI como de los análisis de aquellos entramados políticos, económicos y sociales que se dan a escala internacional.

De manera general, su filosofía, conocida mundialmente como “performativa”, se ha desarrollado a través de un diálogo múltiple entre varias teorías filosóficas y culturales con el fin de articular una serie de propuestas que van “más allá” de algunas de las controversias más candentes en nuestra contemporaneidad. La perspectiva principal butleriana, la deconstruccionista, conlleva una tesis polémica en alto grado, a saber, que los dualismos que configuran el mundo físico y simbólico que habitamos son “falsos dilemas”. La apuesta es, por tanto, desmontar tales falsos dilemas desde un foco de acción subversivo.

La posibilidad, y la urgencia, de transformación social que se desprenden de las afirmaciones butlerianas derivan de su afán constante de discutir lo que entendemos como “natural” y que es una labor que la autora lleva a cabo a través de la convicción de que “otro mundo” es, y debe ser, posible.  En otras palabras, el cuestionamiento incisivo de “lo que se da por sentado” (por ejemplo, la diferencia sexual) es realizado desde la aceptación de la democracia, pero en términos radicales y plurales. No liberales. Ello implica que el antagonismo es una dimensión constitutiva de lo político y el “reconocimiento del otro en su diferencia” es una acción de respeto que afirma la diferencia sin subsumirla en una sola mismidad identitaria. 

Desde la exigencia del reconocimiento intersubjetivo, no limitado al genérico binario, en tanto necesidad vital y derecho de las subjetividades, arranca las disidencias de Butler ante ciertas vertientes (esencialistas) del feminismo. No en vano, la autora afirma que el llamamiento del reconocimiento es una condición sin la cual el quehacer feminista recae en el desempeño de maniobras excluyentes y violentas. He aquí el núcleo de la crítica “intra-feminista” de Butler que le ha hecho ganar no pocos enemigos y le ha supuesto convertirse en eje de numerosas controversias, tanto teóricas y académicas como militantes.

Con todo, lo que está claro es que Butler es una figura emblemática del clima de problematización feminista y no extraña que algunos de sus impulsos más potentes hayan sido las denuncias contra las concepciones naturalistas de la heterosexualidad. La consideración de la heterosexualidad como obligatoria y compulsiva, no espontánea y natural, constituye los albores de la crítica butleriana de lo que denomina “matriz heterosexual”, un contexto normativo que salvaguarda sus intereses reproductivos mediante una distribución diferencial del reconocimiento y la vulnerabilidad. Además, la matriz heterosexual se desenvuelve, a la vez, como horizonte de inteligibilidad y como régimen de verdad. 

Puede decirse que Butler participa de este ambiente contra el discurso y la práctica feminista pero, eso sí, desde “dentro” del feminismo. Dado esto, las propuestas de Butler se sitúan en una posición que no encaja, a mi parecer, en ninguno de los frentes protagonistas del clásico debate feminista entre la igualdad y la diferencia que, además, guarda ciertas analogías con la disputa filosófica entre modernidad y postmodernidad. Butler es, pues, la hacedora de una filosofía interdisciplinar que, si bien reconoce la productividad del pensamiento postmoderno en cuanto ejercicio crítico que vincula la teoría al poder, no llega a desechar algunas “promesas de la modernidad” que continúan pendientes. Ahora bien, si no las desecha, sí que las cuestiona, lo que implica que la validez de tales promesas depende de que se atrevan, con talante desmitificador, a volcarse sobre sí mismas y a declararse siempre revisables. Reaparece, así, el rechazo de las soluciones finales. 

En conclusión, quiero señalar que la obra de Butler responde a la necesidad contemporánea de asumir las críticas postmodernas respecto a algunos presupuestos surgidos en la modernidad. Unos presupuestos que, no debemos olvidar, han desatado, y siguen desatando, tragedias para no repetir. Pensemos, por ejemplo, en aquellos experimentos políticos modernos que, tomados en principio como utopías, desembocaron en “distopías”.









Ilustración de Elena Gutiérrez Roecker 

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