9 de marzo: Anne Dufourmantelle (Natividad Garrido)







Anne Dufourmantelle (1964-2017) 


Natividad Garrido*



"La vie est un risque inconsidéré pris par nous, les vivants"

Anne Dufourmantelle podría ser reconocida y recordada como la filósofa del riesgo. Dos son los aspectos que me hacen enunciar tan directamente esta idea. El primero de ellos hace referencia a su propio trabajo intelectual. Esta doctora en Filosofía (Universidad de Paris-Sorbonne, 1994) y psicoanalista francesa en su obra, Éloge du risque (2011), reflexiona filosóficamente sobre la noción de riesgo como “kairos”, es decir, como instante de decisión (en el sentido griego del término) que desvela una reserva insospechada de libertad.


El riesgo es para Anne Dufourmantelle una apuesta hacia lo inesperado, lo desconocido, un compromiso, incluso físico, de un “événement du ne pas mourir” que dota de sentido a la vida humana, que incita a la acción y a la superación de uno mismo. Aspecto que me interesó vivamente debido a que apuesta con ello por una ética que nos despierta de un letargo pasivo del vivir y que encuentra en el riesgo de la desobediencia un arte de vida y un espacio de libertad. Advierte a lo largo de esta obra de más de trescientas páginas que la posibilidad de asumir el riesgo de la desobediencia ya se encuentra en el propio lenguaje, encontrando en el espacio literario un ejemplo de ello en las obras de Joyce, Lewis Carroll, Kafka o Melville. El objetivo de su propuesta no es otro que desprenderse de un régimen de servidumbre u obediencia voluntaria que mantiene nuestra existencia en la ficción de una sobreprotección y de un riesgo cero: normas de seguridad, reglas de precaución, vigilancia pública, etc., todas ellas envolturas que controlan la existencia humana hasta en su más ínfimo detalle y que nos convierten en “morts vivans”. Así de rotunda se manifestaba en una entrevista en 2015 en Le Libération (periódico francés en el que colaboraba activamente desde 2007 con su columna “Chronique philosophiques”): “Vivre, c’est prendre des risques par définition ». 

El segundo aspecto que me gustaría mencionar atraviesa su vida por completo y nos muestra el gran compromiso intelectual para con su filosofía en la práctica. El 25 de julio de 2017 periódicos del mundo entero se hacia eco de la triste noticia. Sin dejarse paralizar por el miedo, Anne Dufourmantelle fallecía de un paro cardiaco al ariesgar su vida para salvar a dos niños en la playa de Pampelonne en la Región francesa de Midi-Pyrénées. Historias de vidas que predican con el ejemplo aunque ello suponga morir en el intento. Cuando conocí esta historia no me lo pensé dos veces y decidí que ella era la filósofa a la que quería dedicar unas palabras en este mes de marzo. Desconocida para mi hasta entonces, logró atraparme por la sensibilidad que se hace manifiesta en sus escritos y el lenguaje claro y directo que emplea, sin grandes rodeos eruditos que entorpezcan su comprensión. 

No sólo escribió sobre el riesgo al que alabó, también sobre la dulzura dedicándole un pequeño libro titulado Puissance de la doucer (2013). En este escrito hace un recorrido de la noción de dulzura en sus distintas consideraciones a lo largo de la historia, transitando incluso por la visión oriental, hasta llegar a la actualidad. En donde, a su juicio, convivimos con una visión pervertida de la dulzura que se ha convertido en un pretexto para el consumo de productos de “bienestar”, es decir, en un argumento económico puesto a favor del régimen de servidumbre voluntaria. Para romper con esta visión, resalta el valor de la dulzura como una fuerza, como una potencia o un poder considerable de transformación secreto de la vida. Su propósito con ello, es seguir dándonos herramientas para poder contrarrestar un estado de pasividad humada e ilustrar la fuerza extraordinaria de la dulzura como espacio de resistencia que atraviesa y tiene resonancia en el ámbito político. 

Por otro lado, habría que mencionar que entre sus trabajos más psicoanalíticos el sueño es también objeto de sus análisis bajo una perspectiva lacaniana. A este respecto se ha de destacar su obra Intelligence du rêve. Fantasmes, apparitions, inspirations (2012), en donde se interroga sobre las dimensiones del sueño, sus modos de operación y su importancia en la dimensión creativa. Y lo define como un signo de nuestra identidad más secreta, como un modo de resistencia inédito que abre la posibilidad de cierta espacio de libertad. El sueño es para Anne Dufourmantelle una inteligencia del mundo en el que hay libertad en su relación con el tiempo, con la lengua, con el deseo, con la razón e incluso con los propios afectos. En 2016, la cadena televisiva Arte France le rendía homenaje con una maravillosa video-entrevista en la que hablaba precisamente sobre esta obra. En ella afirmaba que el sueño es una parte de la realidad que nos permite explorar lo otro, es un acto, es una acción al que la filosofía debería prestarle atención pues a su juicio, “la philosophie puise sa source dans le rêve ». 

Tras lo dicho, y de forma muy general, podríamos decir que la filosofía de Anne Dufourmantelle puede ser caracterizada como la exploración de lo otro en la búsqueda de nuevos espacios de libertad aún inauditos. Característica que la aproxima al filósofo argelino Jacques Derrida con el que compartía la importancia del secreto como actitud de resistencia, y con el que colaboró en el libro De l’hospitalité. Anne Dufourmantelle invite Jacques Derrida à répondre (1997). De esta obra me permito recatar a modo de conclusión sus palabras, que me sirven a la vez para acallar posibles críticas a su pensamiento tachado en ocasiones como radical e inútil. Se trata a su modo de ver, de emprender una tarea filosófica comprometida en donde permitir “que subsistan lugares abiertos que dan lugar a ‘la inutilidad’ de la palabra filosófica es ya un gesto político que preserva simbólicamente un espacio donde también puede decirse y surgir lo esencial”. 






* Natividad Garrido es alumna del doctorado interuniversitario en Investigación en Filosofía de la ULL.



Ilustración de Julio Picatoste Vázquez

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