Tanella Boni (1954)
Rita María Viera Herrera*
Desde que viera la luz el ensayo La parole est aux Négresses (Awa Thiam, 1975) hasta la actualidad, ha sido posible visibilizar la presencia de las intelectuales africanas en la escena pública y, aun así, siguen siendo algunas de las grandes desconocidas en la cultura occidental. Cuando Margarita Vázquez me propuso participar el año pasado en “El mes de las filósofas”, tuve el propósito de dar a conocer a mujeres del Continente Africano, tan cerca de Canarias y tan desconocido para mí que casi me avergüenza.
El reto que supone adentrarse en el pensamiento de las filósofas africanas me recuerda a mis comienzos en el ámbito de la epistemología feminista en los años 90. Entonces no disponíamos de los medios de comunicación con los que hoy contamos. Cualquier línea de investigación en ese ámbito dependía del acceso a las publicaciones de universidades de otros países y no siempre era posible encontrarlas en las bibliotecas nacionales. Así que, no existiendo aún internet, se me ocurrió escribir, recurriendo al correo postal ordinario, a aquellas personas que logré localizar en la biblioteca de la ULL y cuyos trabajos eran relevantes para mi investigación, rogándoles que me enviaran las separatas de sus artículos. Así lo hicieron y les estoy enormemente agradecida. Hoy en día es presumible pensar que no haría falta recurrir a semejante intercambio epistolar para acceder a cualquier tipo de información. Sin embargo, me faltó un tris para intentar localizar a Tanella Boni siguiendo mis viejos métodos ante la ausencia casi total de información de ella o sobre ella en las redes sociales.
Conocí a Tanella tras su participación en la mesa redonda “Las negras tienen la palabra” (título prestado de la obra de Awa Thiam), celebrada en Casa África en diciembre de 2008. A raíz de su visita, Casa África decidió publicar su novela Los negros nunca irán al paraíso (Boni, 2010). Siendo una escritora polifacética, autora de diversas novelas, relatos infantiles, poemas, artículos académicos sobre literatura, artes y cultura, sigue siendo desconocida en nuestro país como filósofa e investigadora que centra sus estudios en los Derechos Humanos, la diversidad cultural, la cuestión femenina y el género, las relaciones entre ética y política, así como el lugar que ocupa África en la globalización.
Suzanne Tanella Boni nació el primer día del año 1954 en Abiyán, Costa de Marfil. Realizó sus estudios superiores en Toulouse y París, es Doctora en Filosofía y profesora en la Universidad de Cocody. En la época en la que fue Presidenta de la Red “África, Filosofía y Democracia” (Aphidem), redactó el texto teórico Carta a las generaciones futuras, bajo los auspicios de la Unesco (Yamoussoukro, 1999). Ha escrito una veintena de obras y recibido varios premios literarios, el Premio Ahmadou Kourouma (2005) por su novela Matins de couvre-feu, entre otros. Su labor como filósofa es menos conocida y reconocida, sin que eso signifique que sea menos importante que la literaria o ensayística.
Tras una larga trayectoria como activista en movimientos sociales y en congresos específicos sobre política y Derechos Humanos, en 2008 aparece el primer ensayo de Tanella Boni bajo el título Que vivent les femmes d’Afrique? Dos años más tarde, publica el segundo, La diversité du monde. Réflexions sur l’éscriture et les questions de notre temps (Boni, 2010).
En Que vivent les femmes d’Afrique?, la marfileña nos ofrece una reflexión sobre la vida de las mujeres basándose en su experiencia personal y en las conversaciones mantenidas con mujeres de diferentes países del Continente Africano. Su punto de partida es la consideración de que la mayoría de los “males” que aquejan a las mujeres no son exclusivos de África. “La phallocratie ou l’idéologie construite autour du pouvoir du mâle qui, en conséquence, se donne tous les droits est loin d’être une intention africaine” (Boni, 2008). No obstante, sí cree que la dominación masculina en África ha estado marcada por la impronta histórica de la esclavitud y la colonización, lo que hace que la discriminación de las mujeres africanas tenga una especificidad que las diferencian de las luchas individuales y colectivas de las mujeres de Occidente.
Que vivent les femmes d’Afrique? se vertrebra en cuatro capítulos: “De la condition féminine”, cuya temática trata de la educación de las mujeres, la división de los espacios masculinos y femeninos o los conceptos de solidaridad y hospitalidad; “Des violences et des maux”, en el que denuncia que la mutilación femenina y otras formas de tratamiento degradante del cuerpo de las mujeres sigan practicándose en la actualidad a pesar de estar condenadas en gran parte del Continente Africano; en “Femmes d’Afrique” expone tanto la importancia que han tenido algunas mujeres en la Historia del continente como el hecho de que hayan sido utilizadas a lo largo de los siglos; y, por último, en “Les relations entre femmes et hommes aujourd’hui”, Boni reflexiona sobre lo difícil que resulta conciliar las tradiciones ancestrales africanas, muchas de ellas beneficiosas para las mujeres, con los nuevos modelos de vida en el mundo contemporáneo bajo la influencia del colonialismo, el neocolonialismo, el capitalismo y el patriarcado.
La obra artística, filosófica y política de Tanella Boni puede ser considerada una reivindicación del derecho de la mujer africana a conquistar su espacio identitario y su propia corporeidad; una denuncia de la opresión y mutilación que siguen padeciendo las mujeres del Continente Negro incluso después de los procesos de descolonización, bajo regímenes democráticos o dictatoriales o en el escenario de las guerras étnicas, como las de Ruanda, Sierra Leona, Burundi, Liberia, Somalia o Chad.
En las sociedades africanas precoloniales las mujeres ejercían una considerable influencia, eran respetadas por su función reproductora garantizando el futuro del clan, tenían la posibilidad de mantener su nombre de familia o clan después del matrimonio, etc. Todo eso se perdió tras la colonización por el contacto con la cultura europea, frenando la expansión de tradiciones ancestrales y reforzando aquellas que eran afines a la ideología patriarcal occidental. Este retroceso, tras la llegada de los colonos, tiene mucho que ver con el actual sometimiento de las mujeres en muchos países de África. Un sometimiento que parece persistir de manera inamovible provocando tratamientos degradantes hacia ellas, “elles le deviennent aux yeux des hommes -et aux yeux d’autres femmes” en responsables de los males que padecen, justificando todo tipo de humillaciones. No solo en el mundo laboral, también se las responsabiliza de las nuevas formas de “esclavitud moderna” como resultado del subdesarrollo económico. Bajo la promesa de un futuro mejor, muchas africanas vienen a Europa y lo que encuentran es un modus operandi similar a los de la prostitución o la “trata de blancas”.
Las mujeres africanas se encuentran en un estado de mayor fragilidad ante el sometimiento patriarcal, por eso es fundamental que visibilicemos la labor de mujeres como Antoinette Kankindi, a quien dediqué la reseña de la pasada edición de “El mes de las filósofas”, a Awa Thiam o a Tanella Boni, entre otras grandes desconocidas.
En definitiva, la denuncia de la marfileña se extiende a lo que podemos considerar problemático en una asimilación cultural mal gestionada y aún no resuelta. Es nuestra responsabilidad que las diferentes formas de alienación, las agresiones de carácter directo y brutal que siguen padeciendo las mujeres africanas, las hagamos nuestras y las derribemos como si a nosotras, mujeres occidentales, nos afectara. La transformación de los modos de vida tradicionales en África se ha visto malograda por la negativa influencia del patriarcado occidental y por la precariedad económica y política que azota al continente con la complicidad del modelo económico y político de Occidente. La obra de Tanella Boni, en general, nos invita a repensar el papel de las mujeres en el desarrollo de África. Hagamos que la especificidad de la lucha de las mujeres africanas sea nuestra lucha. Como occidentales, se lo debemos. Hagamos que el desarrollo del Continente Negro sea una realidad con la participación de todas las mujeres y hombres del mundo.
* Rita María Viera Herrera es licenciada en Filosofía por la Universidad de La Laguna.
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