Graciela Hierro (1928-2003)
Naím Valerio Yánez Alonso
Hojeando un artículo sobre las vivencias de la feminista Gloria Anzaldúa, enmarcada en el feminismo chicano, pude observar que las experiencias de las mujeres en Latinoamérica estuvieron envueltas, hasta el siglo pasado, en un ambiente patriarcal y de desprestigio transversal. No solamente cobra importancia en la vindicación de los derechos de la mujer el hecho de la igualdad de género, sino la igualdad de clase, de raza, de etnia e, incluso, de sexualidad. El feminismo chicano me llevó a alzar la mirada hacia el panorama general que se daba en México, descubriendo así a Graciela Hierro Pérezcastro como un verdadero ejemplo, académico y cotidian,o de la lucha de la mujer latina.
El continente americano, en concreto América Latina, ha llevado a cabo una vindicación de la mujer sin igual en las últimas décadas. La liberación de la sociedad latina ha sido paulatina a lo largo de su historia. Desde la descolonización, apartándose de la servidumbre a la que estaban sujetos por los países conquistadores, hasta las manifestaciones que hemos vivido el último año de la mano de la sociedad chilena con el lema “El violador eres tú”. Actualmente, a nivel social y académico, los países de Latinoamérica permanecen a la cabeza de la lucha contra el patriarcado, el machismo y cualquier tipo de discriminación de género. Me imagino, de igual forma, a Graciela Hierro formando parte, como lo formó, de las abanderadas feministas que, a la cabeza de una manifestación, caminan y protestan por sus derechos.
Tres han sido las principales etapas que ha vivido México, país natal de la filósofa Graciela Hierro. Una de ellas surgió entre 1970 a 1980, en la que cobra fuerza el movimiento feminista, despierta en el país y establece una lucha contra el sistema. En un segundo momento, a partir de la década de los ochenta, se vivirá ya un posicionamiento feminista dentro de la clase media, los sectores urbanos y los sindicatos, siendo una protesta que acaba abarcando el panorama tanto social como económico y laboral. Los expertos indican que en la década de los noventa el movimiento feminista vuelve a salir a la calle en México para clamar por la búsqueda de una democracia igualitaria.
Graciela Hierro nace en el año 1928 en una familia bien posicionada y tradicional. Ella, sin embargo, decidió optar por la carrera académica, a la que le dedicó toda su vida. Así, logró realizar sus estudios doctorales en Filosofía y Letras, para posteriormente convertirse en catedrática. De esta manera, Graciela Hierro vive cada una de las olas desarrolladas por el feminismo en su país e introduce, a la perspectiva filosófica y a la academia, su opción por un feminismo radical, basado en el placer de la mujer y en la capacidad de decisión sobre el propio cuerpo.
De la mano de la profesora Hierro Pérezcastro se hizo presente con fuerza en el ámbito filosófico y académico la visión feminista que ya se vivía socialmente en el país. Siendo especialista en el ámbito ético, creó diferentes centros de estudios de género, en distintos centros universitarios de México, y fomentó el desarrollo de cursos, conferencias, programas y seminarios sobre la perspectiva de género en todo el país.
A través de la obra de Graciela Hierro, sobre todo tras la publicación de la obra Ética y feminismo se cuestionó y puso en jaque la manera de la realización de los seminarios y congresos. Las mesas de estudio de género en congresos y seminarios se hicieron incuestionables para la academia. Hierro Pérezcastro no solo señaló este fallo en la educación formal, sino también en la informal, señalando a las familias patriarcales como foco de desigualdad, basándose en la premisa de la diferenciación biológica sexual para inferiorizar y someter a la mujer. A través de los estudios de género desarrollados por la filósofa, se comprende que esta diferenciación sexual es un constructo patriarcal basado en la sexualización de los cuerpos, que inducen roles de género que se alejan del fomento del igualitarismo e induce una imposición social de categorización sexualizada. La regulación hombre-mujer ha desarrollado, desde las sociedades patriarcales, una identidad femenina que convierte a la mujer en guardiana del hogar, de la familia y de la prole. Mientras, el hombre en este tipo de sociedades se convierte en agente regulador, que controla todos los aspectos de la sociedad y que es capaz de mantener la primacía sobre la mujer.
El término clave en la filosofía de Graciela Hierro es el de “ser-para-otros”. La catedrática hace referencia con este concepto al constante utilitarismo al que se ve sometida la mujer a vivir para ser medio para los demás. Frente a ello, la filósofa invita a la liberación del propio cuerpo y a hacer a la mujer protagonista de su propia felicidad, instando al gusto de la mujer por el descubrimiento de su propio placer, lo que le hace realmente feliz. Este hecho se ve reflejado en su obra Ética del placer, en la que desarrolla un verdadero itinerario moral acerca de la transvaloración de todos los fundamentos socialmente impuestos. Con ello, cada ser humano pasará a un “ser-para-sí” que transforma al propio sujeto en actor social de cambio de su propia vida y sus alegrías. De hecho, Hierro Pérezcastro defiende, en la misma sintonía, la educación desde el autodesarrollo y la autoedificación.
Resulta especialmente curiosa su opción de definición de la filosofía. Y es que, para ella, la vivencia plena de la propia vida se torna como fundamental en el desarrollo de su obra. Así, propone que la filosofía es importante en el momento en el que es capaz de desarrollar aportaciones para la mejora de la propia condición humana. Véase el guiño de la académica en esta propuesta a las aportaciones de Hannah Arendt.
Es honorable que, hasta en los últimos años de vida de Graciela Hierro, su afán por la vivencia feliz de las mujeres se hizo evidente en la creación del grupo “Las Reinas”, en el que invitaba a comprender a las mujeres qué era el envejecimiento, cómo vivirlo y aprender a afrontar la propia muerte.
Las aportaciones que Graciela Hierro desarrolla en su ética se basan en la opción que también Jacques Derrida desarrolla en su filosofía postestructuralista, y que adopta del concepto destriktion que Heidegger escoge para eliminar, transformar íntegramente una idea, cambiando cada concepto que la conforma. Será la “deconstrucción” de los conceptos de los individuos la que desarrollará un feminismo igualitario y que ataque de raíz, radicalmente, la venenosa hierba del patriarcado.
En la obra de Graciela Hierro Me confieso mujer, la autora describe perfectamente su opción feminista:
“Ser feminista radical, ese es el feminismo mío; ni existencialista, ni marxista, ni socialista, ni liberal, ¡ni, ni, ni! Feminista radical que permite descubrir en verdad qué queremos las mujeres. Ni Sartre, ni Marx, ni Freud, ni Nietzsche pensaron en las mujeres para construir sus mundos. Solo en ellos mismos (…) La lucha de las mujeres es por descubrir sus intereses y llevarlos a cabo. No existen aún derechos que puedan dar valor a la sexualidad femenina. No han sido socialmente reconocidos”.
* Naím Valerio Yánez Alonso es alumno del Grado en Filosofía de la Universidad de La Laguna.
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