Cristina Sánchez
Sonia Santana*
Como en un abrir y cerrar de ojos el calendario anuncia la proximidad de marzo, y el equipo de trabajo, comprometido con la justa y urgente divulgación de la obra de las mujeres filósofas, empieza a desperezarse. Resuenan mensajes en un grupo que permanecía hibernando, pero siempre en vigilia, y retomamos con ilusión nuestra labor. Ningún compromiso está desprovisto de responsabilidad y aquí la primera de todas es elegir, entre tantas, a la filósofa sobre la que vas a escribir. En esta ocasión mi elección fue una sabia sugerencia por parte de Margarita Vázquez, profesora en el pasado y ahora colega en esta aventura. Mi conocimiento de la obra de Cristina Sánchez, antes de dicha propuesta, era escaso, pero tras leerla, investigarla y, sobre todo, disfrutarla, una entiende por qué alguien que te conoció sentada en el pupitre te invita a acercarte a ella.
Licenciada en Derecho y en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), lugar al que se mudó siendo una niña desde su ciudad fronteriza natal, Melilla, Cristina Sánchez Muñoz es Profesora Titular de Filosofía del Derecho de la UAM desde el año 2007, aunque ya desde 1989 impartía docencia como profesora contratada en la Facultad de Derecho de la misma universidad. Dirigió el Máster Oficial de Postgrado y Doctorado en Estudios Interdisciplinares de Género de la UAM durante cinco años y actualmente y desde 2016, es la Directora del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer (UAM). Son cuatro las líneas de investigación que podemos señalar a lo largo de su extensa trayectoria académica. Destacaremos, en primer lugar, la relacionada con la Filosofía política de Hannah Arendt.
Cuenta la propia Sánchez que las condiciones migratorias y de minorías que conoció en su ciudad de origen influyeron en su interés por la obra arendtiana. Son ya más de 30 años los que ha dedicado al estudio y profundización de su obra, publicando así uno de los primeros libros de habla hispana acerca de esta autora, Hannah Arendt. El espacio de la política, Madrid, (Centro de Estudios Políticos Constitucionales, 2003). Desde entonces ha seguido desarrollando la tematización de su pensamiento. Un ejercicio interpretativo, hermeneútico, de la obra de Arendt, compleja y extensa, sobre la que Sánchez arroja luz y actualiza conceptos centrales y de máxima utilidad en nuestro no menos complejo escenario global. Y es que urge pensar el ejercicio de la política y la constitución de subjetividades en nuestro tiempo, porque si de alguna manera no solo este presente, sino también el futuro más inmediato se actualiza en la obra de Arendt, es en la medida en que “el objetivo no era construir un gran sistema filosófico sino afrontar el problema de la comprensión de los fenómenos políticos” (Sánchez, 2003), herederos como somos de los terribles sucesos del siglo pasado que pusieron en tela de juicio nuestra forma de ser y estar en el mundo, y que siguen latentes y pendientes de transformación. En este sentido, Sánchez, de la mano de Arendt, se presenta como una autora clave para diseñar nuevos enfoques que nos ayuden en un mundo donde las injusticias y las desigualdades se van encontrando y afectando de distintas maneras a los diferentes colectivos que las sufren. La igualdad es fundamental para el cambio social, para lograr sociedades más justas e inclusivas. Para esto tenemos que ser capaces de comprender las desigualdades, sus orígenes, analizarlas y desde ahí cambiar el enfoque y dotarnos de nuevas categorías. Y es aquí donde enlazamos con la cuarta línea de investigación, la Filosofía feminista contemporánea. Sánchez se ha interesado especialmente por la cuestión de la ciudadanía de las mujeres y las exclusiones del espacio público. Si contamos con un movimiento capaz de combatir los sistemas de opresión y las desigualdades interseccionales actuales es, sin lugar a duda, el Feminismo.
En una entrevista que concedió hace justo año, para la sección de cultura Babelia de El País, Sánchez explica que lo que le llevó al Feminismo fue que: “cuando estudiaba en la universidad, en los 80, veía que prácticamente no había pofesoras (en Derecho y en Filosofía), y que tampoco estudiábamos lo que habían hecho las mujeres. Empecé a leer y me dí cuenta de todo lo que me había perdido”. Esta situación parece haber funcionado en ella no solo como una revelación sino como una misión ineludible que le acompaña desde entonces y que la ha convertido en la voz autorizada que hoy en día es en la denuncia de las desigualdades en relación al género en un mundo hecho por y para los hombres. Sánchez se encuentra aquí con otra autora imprescindible, Simone de Beauvoir. Sin ella no se entiende el desarrollo de la filosofía contemporánea en general y el feminismo en particular, es clave en la denuncia de las opresiones que sufren las mujeres a través de la construcción social y cultural de la existencia. En el transcurso de la misma entrevista a la que apuntábamos antes, señala Sánchez: “Aunque la frase, lo personal es político, es posterior a Beauvoir, ella ya analiza esta cuestión. Sigue muy presente al hablar, por ejemplo, del consentimiento en las relaciones sexuales. También, e incluso agudizada, su idea de que ser mujer es un resultado cultural y social”. Sánchez piensa y analiza la necesidad de leer y releer a Beauvoir en su obra: Simone de Beauvoir. Del sexo al género, (Shackleton Books, 2019). “La compañera de Sartre”, “La pensadora que habló de las mujeres”, o “No se nace mujer, sino que se llega a serlo”, tres referencias que nos recuerda Sánchez en relación a Beauvoir que nos sirven para analizar la categoría de Género, haciéndonos la misma pregunta que se formuló ella: ¿Ha influido en mí el hecho de ser mujer? Beauvoir detecta que ocupamos un papel secundario en el mundo y analiza y deconstruye las mitologías patriarcales. Nacemos con un cuerpo sexuado pero nos hacen mujer, con lo que eso significa, a través de las normas de género sociales que se nos imponen. La anatomía no puede marcar nuestro destino. Debemos trascender a través de un proyecto individual de vida como mujer a la inmanencia biológica que no nos diferencias individualmente y nos invisibiliza, nos anula. La propuesta de Beauvoir es clara: una mujer independiente que dispone por decirlo con Woolf, de una habitación propia. Simone de Beauvoir sienta las bases de todos los estudios de género posteriores y de toda la Teoría Feminista del siglo XX y buena parte del XXI. Contribuye así a denunciar el imperante androcentrismo de nuestras sociedades, donde lo masculino es la medida de toda experiencia humana. Pensemos, por ejemplo, que en el ámbito de lo económico solo se tiene en cuenta el trabajo productivo, mientras que el reproductivo queda totalmente desdibujado. Pero no sucede solo en la esfera económica, también en el ámbito de la salud, del acceso al agua, de la política, de la educación, en los conflictos armados, etc. Esta diferencia binaria entre hombres y mujeres nos sitúa en una clara desventaja, y en última instancia nos despoja de nuestros derechos y nos pone en peligro. El género funciona como una suerte de escritura social sobre nuestros cuerpos sexuados, y desde que nacemos los roles asociados se ponen en funcionamiento. Resulta prioritario visibilizar estos procesos totalmente cotidianos en los que se va conformando el género para poder cambiar la situación. Este conjunto de tareas y funciones, así como de expectativas de comportamiento exigidas y derivadas de la situación o estatus de una persona en un grupo concreto que son los roles de género, comienza desde la infancia y esto es algo que se sostiene porque hay un sistema que lo permite: el Patriarcado. Un sistema de poder que está detrás de la producción y el mantenimiento social del género, produciendo y reproduciendo a la mujer y al hombre de acuerdo a los criterios normativos de la feminidad y la masculinidad, y esto es violencia, toda desigualdad lo es. Volvemos a la intersección de opresiones para destacar la labor del Feminismo en la lucha en contra de todas ellas, la categoría de género en relación a la clase, a la raza, a la orientación sexual, al multiculturalismo, a la brecha norte-sur.
En la actualización del pensamiento de Beauvoir, Sánchez recupera su carácter reivindicativo, que no solo aboga por una nueva concepción de lo que significa ser mujer, sino que explica y denuncia las opresiones que se derivan a través de la construcción social y cultural de la existencia. Construcción que comienza como decíamos desde la infancia, y desde ahí debemos empezar la deconstrucción. Sánchez no escapa tampoco a esta necesidad y escribe: Simone de Beauvoir. La gran defensora del feminismo (Salvat, 2018), un libro infantil, riguroso y serio como lo son los menores con las cosas importantes, las del sentir. Manual fundamental para madres y padres y para todas y todos los que nos dedicamos a la docencia y somos responsables de la deconstrucción de esos roles de género que perpetúan las desigualdades.
Ahora que, como Marga me tuvo a mi, tengo enfrente, sentados en sus pupitres a menores que tienen la complicada misión de construir futuro heredando unas condiciones tremendamente desfavorables, Cristina Sánchez se convierte en otra profesora, una más, cuyo trabajo ilumina como lo hace la luz de un faro esta maravillosa responsabilidad que compartimos, la de educar.
* Sonia Santana es licenciada en Filosofía y máster en Filosofía, Cultura y Sociedad por la Universidad de La Laguna.
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